Niños que salvan vidas: Gijón enseña la maniobra RCP desde las aulas a miles de pequeños estudiantes
Centenares de escolares de distintos centros educativos participaron en una jornada lúdica y formativa sobre reanimación cardiopulmonar en el Día Mundial de la RCP

VÍDEO: Demi Taneva / FOTO: Marcos León
Demi Taneva
Esta mañana, entre muñecos, canciones y ritmo de “Baby Shark” o “Stayin’ Alive”, los escolares de Gijón aprendieron a salvar vidas. En una jornada dedicada al Día de la Parada Cardíaca, organizada en el Palacio de los Deportes de La Guía, niños y adolescentes de varios centros educativos (alrededor de 7.000 participantes entre presencial y online) participaron en talleres prácticos de RCP junto a estudiantes de la Facultad de Enfermería, voluntarios de Cruz Roja, especialistas del Instituto IEDUCAE, el CIFP Laboral (TSEAS) y miembros del Colegio de Enfermería de Asturias (CODEPA). La idea fue clara: cualquiera, sin ser profesional sanitario, puede ser capaz de reanimar a una persona y marcar la diferencia entre la vida y la muerte. “Puedes salvar vidas y no hace falta ser profesional”, resumía con naturalidad Silvia Abamonde, alumna del colegio Piles. Como ella, decenas de niños repitieron la idea principal del encuentro: que la reanimación cardiopulmonar es un conocimiento básico que todos deberíamos tener. “Es súper fácil de aprender y puedes salvar vidas en cualquier momento a cualquier persona”, añadía su compañero Teo Fernández, convencido de la importancia del aprendizaje temprano.
Durante la jornada, más de un millar de escolares participaron en talleres prácticos de reanimación cardiopulmonar procedentes del Centro de Educación Especial Castiello, los colegios Río Piles, Alfonso Camín y Montedeva, así como de los institutos El Piles y Doña Jimena, todos ellos de Gijón. También se sumaron centros de fuera del municipio, como el Palacio de Granda y el IES Pravia. Los alumnos, acompañados por especialistas, aprendieron a reconocer una parada cardíaca, avisar al 112 y realizar compresiones torácicas siguiendo el ritmo de canciones como La Macarena y utilizando muñecos de práctica. Las actividades, pensadas para todas las edades —desde Infantil hasta Secundaria—, combinaron la enseñanza sanitaria con la música y el juego.
Desde el instituto Piles, Adriana Conde y Laura Veroni coincidían en la utilidad práctica: “Puedes ir por la calle, a alguien le puede dar algo, y es importante saber ayudar”. No era la primera vez que asistían a un taller: “Ya sabíamos algo del año pasado, pero ahora más”, explicaban entre risas. La formación, impartida en un ambiente distendido y divertido, combinaba teoría y práctica. Mónica Sánchez, otra participante del IES Piles, destacaba que “es una enseñanza a los más pequeños para saber cómo actuar en momentos críticos”. En su opinión, el valor del evento va más allá del juego: “Es una medida para poder salvar vidas cuando alguien está en apuros”.

Récord de RCP simultáneo en el Palacio de Deportes. Participan centros escolares de Gijón. Pañeda / Marcos León
Desde el Instituto Montedeva, Begoña García contaba cómo los talleres están cambiando incluso la educación en casa. “Yo conozco adultos, mis padres, que no saben hacerlo. Les conté lo que aprendí y se sorprendieron”, explicaba orgullosa. Su compañero Oliver Jares valoraba el carácter participativo de la jornada: “Está bastante bien porque hay bastantes actividades. Es la primera vez que vengo y aprendí algo nuevo”.
Entre los monitores, Lucía González, estudiante de segundo de Enfermería en la Universidad de Oviedo, explicaba que su labor era “ayudar sobre todo a los más pequeños, enseñarles cómo se realiza la técnica y cómo responder si se encuentran a alguien en el suelo”. Admirada por la atención de los niños, destacaba: “Venían súper enterados. Les preguntábamos y ya sabían qué era lo primero que había que hacer”. Para ella, lo esencial es “que no solo los profesionales sanitarios, sino todo el mundo, sepa responder ante una parada cardíaca”.
En la misma línea, Agustín Lescano, del Instituto IEDUCAE y especializado en emergencias sanitarias, subrayaba que “enseñar a las personas de a pie a poder salvar una vida es vital”. Los niños, aseguraba, “son bastante conscientes de la importancia que tiene”.
Por parte de Cruz Roja, Elena Gutiérrez resaltaba el entusiasmo del alumnado: “Han estado súper atentos, lo han hecho muy bien y se divierten mucho. Esa es la mejor manera de aprender”. Su compañero Felipe Iglesias iba más allá: “Esto debía estar en los colegios como obligatorio. Salvar una vida es fácil, si sabes”. Y añadía un detalle significativo: “Muchas veces son los críos los que enseñan en casa a los padres a hacer estas cosas”.
El director del Instituto de las Emergencias y Educae, Juan Luis González, resumía el espíritu del evento: “Los niños son esponjas, el público ideal para introducir la formación en reanimación. Son el futuro”. Su objetivo, decía, es que lo que no se hizo con los adultos “ahora lo aprendan los pequeños, para que puedan ayudar a salvar una vida”.
Esther Álvarez Hueto, jefa del Centro Médico del Patronato Deportivo Municipal, situaba la jornada dentro de una iniciativa europea: “Celebramos el Día de la Parada Cardíaca, concienciando de que todos tenemos la posibilidad de salvar una vida. El Consejo Europeo de Reanimación Cardiopulmonar ya dijo en 2012 que los niños salvan vidas”. Defendió que aprender RCP “debe ser tan básico como leer o escribir” y que la formación debe ser divertida: “Salvar una vida y ser un héroe no tiene que ser algo académico y triste, sino algo divertido”.
Durante el evento, los niños practicaron compresiones torácicas siguiendo el ritmo de canciones como “La Macarena” o “Stayin’ Alive”, mientras colegios de toda España —e incluso uno de Colombia— se conectaban por internet para participar simultáneamente. “En dos minutos van a ver que pueden resucitar a sus muñecos y, sobre todo, a sus familiares”, afirmaba Álvarez Hueto. La jornada concluyó con una invitación abierta: “Esta tarde, en los Jardines del Náutico, los padres y abuelos también podrán aprender cómo hacer una maniobra de RCP y salvar una vida”.
La lección del día quedó clara en cada testimonio: salvar vidas está al alcance de todos. Y como resumía una de las alumnas más pequeñas, “no hace falta ser médico, solo saber qué hacer y hacerlo a tiempo”.
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