Al poeta y catedrático de Gijón Francisco Álvarez Velasco le brindan la antología "De adobe y mar": "Hoy día se escribe muy rápido; el poeta pide pausas que aposenten"
El literato recibe con "emoción absoluta" esta recopilación, seleccionada por José Carlos Díaz para la Colección Prúa, que edita Difácil. La puesta de largo del libro será a las 19.00 horas, organizada por la Sociedad Cultural Gesto

Francisco Álvarez Velasco, en unos jardines junto a la avenida de Portugal. | ÁNGEL GONZÁLEZ
Es leonés, pero lleva toda la vida en Gijón.
Me vine en 1978. Desde entonces estuve en el Jovellanos casi treinta años y ya soy más gijonés que otra cosa. Mi mujer y yo sacamos las oposiciones de profesor y nos vinimos aquí al tener a los suegros por Piloña, aparte yo tenía apetencia marítima.
La antología habla de mar en su título, de hecho.
Tengo otro libro que es "De amor y mar", siempre está muy presente la mar, que para mí siempre es femenino. Esta es una recopilación de 22 poemas de once de mis libros. Estoy muy agradecido a José Carlos Díaz (quien le brinda la antología), a Prúa (colección) y a Difácil (editorial) y a Gesto. Yo ya tengo 85 años y es un momento de mirar cuál ha sido mi camino.
¿Qué sintió al tener en sus manos esta antología de medio siglo?
Una emoción absoluta por ello y por repasar mi historia, porque mis poemas tienen mucho de autobiografía. Nací en Cimares de Tejar, en la ribera del río Órbigo, y los años de mi niñez, influyeron mucho en mí. Al leerme me he dado cuenta de que aquellos años 40 están muy presentes en todo lo que he hecho.
Es su primera antología.
He aparecido en otras de poesía, pero con otros autores. Como tal, solo mía, sí. José Carlos ha tenido toda la libertad. Él me consultó, pero yo le dije tú eres el antólogo, tú decides. El hilo conductor es el camino de la vida, la biografía de uno.
La importancia de la mar queda clara. ¿Y el adobe?
No es la tierra seca de los páramos leoneses, aunque se pueda pensar. En el pueblo en el que nací, tenemos el río Órbigo, que tiene una ribera muy fértil, donde se cosechaba el oro verde, el lúpulo. También muchos árboles y no era eso. Él parte de un poema mío, que se llama "Adobes". Es un recuerdo de cuando tenía nueve años con uno de mis hermanos, que tenía doce. Lo que cuento ocurrió a finales de los años 40. El trasfondo es la dureza del campo en esa época. Mis padres van a segar a hoz y una de las actividades que a mí siempre más me satisfizo siempre fue hacer adobes (ladrillos). Mi hermano y yo íbamos a un sitio que se llamaba Los Barriales, por lo que su propio nombre indica, donde había barro muy fino que mezclábamos con paja de centeno. Llenábamos el molde con ello, los sacábamos y dejábamos secar. Era una gozada para un niño, como jugar con plastilina. Luego sirvieron para construir cuadras y otras estancias, entonces ese recuerdo es muy vivo en mí, si duda.
¿Cómo ha influido Gijón y la docencia en su escritura?
Mucho, porque según llegué me encontré con gente que me introdujo inmediatamente en la vida literaria, que empieza a ser muy potente. Recuerdo a Álvaro Díaz Huici, con su editorial; a Xosé Bolado y el Ateneo Obrero, donde había una tertulia todos los jueves con mucha asistencia donde se discutía. También en Begoña había una cafetería donde se reunían pintores y poetas, como Alejandro Mieres o Fernando Díaz o "Kiker" (Enrique Rodríguez), que fue gran amigo mío. Sacamos el libro "El Bosque", que consistía en que cada poeta llevaba un poema y se daba ocho días a un pintor para ilustrarlo. Tuvo una tirada de más de mil ejemplares, que se agotó de inmediato. Esa fue mi primera experiencia.
Su poesía ha traspasado fronteras, debe ser una satisfacción.
Cuando empieza Internet, en el 2002, monté El Portal de Poesía. Ahí publiqué infinidad de cosas, desde autores clásicos a autores asturianos. Además tuvo muchísimas visitas, llegó a haber más de mil al día. Así hubo contacto con el exterior. En este sentido, casi diariamente sigo recogiendo poemas míos, antiguos u otros nuevos, o de poetas que voy descubriendo.
¿Qué lugar ocupa la poesía en estos tiempos tan frenéticos?
Hoy día se escribe demasiado rápido. El poeta debe tener muchos silencios, pausas, para que las palabras se aposenten.
¿Qué espera de los lectores de esta antología?
No lo sé, porque los libros de poesía tampoco se divulgan demasiado; al final los leen los poetas y pocos más. Y el lector de poesía, que quiere ser también poeta (ríe).
¿Qué papel tiene la poesía en su día a día? ¿Sigue activo?
Tengo dos libros inéditos: "Las palabras, las cosas" y "A orillas del gran silencio", tomando un verso de Antonio Machado. No sé en qué acabarán. Luego está a punto de entrar en imprenta una novela, "Los cuadernos de Hermógenes Omaña", que recoge mi experiencia en los años de juventud.
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