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Este es el estado actual de una mítica (e inmensa) discoteca cerrada de Gijón: "Menudas fiestas nos pegamos aquí, gente"

Un aficionado a la exploración de edificios en desuso se adentra en el complejo, que lleva casi una década sin abrir al público

El interior de la discoteca gijonesa.

El interior de la discoteca gijonesa. / Galledelacalle

V. L. C.

El urbex, es decir, la exploración de edificaciones o complejos en desuso es una práctica que está de moda. Los aficionados a esta actividad, que se hacen llamar exploradores, realizan recorridos por los complejos, que muchas veces están apartados de los núcleos de población y suelen grabar su itinerario para luego compartirlo en redes sociales. Además de la cámara, la linterna es una de sus principales herramientas para avanzar por dichos complejos y tienen una norma muy clara y respetuosa: no se pueden llevar nada y deben dejar cualquier cosa en el mismo estado en el que la encuentran. Esos objetos iban en la mochila de uno de estos exploradores, que decidió aventurarse en el interior de una de las discotecas más icónicas de las que ha tenido Gijón.

El espacio de ocio que se ha filmado y que han visto durante los últimos días más de 100.000 personas en redes sociales es inmenso. El protagonista de las imágenes, Galledelacalle, que expone en su cuenta de Instagram una colección de tres vídeos que muestran de pé a pá el estado de la instalación, transita en primer lugar por el perímetro de una enorme terraza a cielo abierto, donde ya se dejan ver los primeros restos de lo que durante años fue un espacio de diversión y baile: sillas y mesas de terraza, botellas de bebidas alcohólicas sobre ellas, aunque también montones de hojas de árboles caídas por el otoño en un lugar donde otrora reinó el verde y la vegetación.

Múltiples salones, barras y pistas de baile

"Entramos hablando bajito, para que no se escuche fuera", susurra a cámara, mientras avanza hacia la primera estancia. Allí, con la luz den la mano, se descubre un gran salón, lleno de polvo, barras de bar y pistas de baile. "Todavía tenemos aquí un refresco y cervezas", señala con su lumbre, para reseñar que todo está prácticamente como se dejó el último día de fiesta.

"Menudas fiestas nos pegamos aquí gente", recuerda el explorador, que llegó a visitar la discoteca cuando estaba en pleno apogeo. "Finales de Feria, yo una WeedKend incluso, sí señor", continúa con su narración y pregunta a la audiencia "a qué fiestas" habían asistido ellos. El aficionado al urbex también señala, a renglón seguido como estuvo sentado en uno de los sillones que aparecen en pantalla: "Aquí estuve, en una fiestuca, más pancho que Dios con la peña".

Tras recorrer los baños, inicia el ascenso al entresuelo de la mítica sala de fiestas, donde estaba el ropero, actualmente lleno de perchas en el suelo. La planta primera se la encuentra cerrada, aunque consigue grabar algunas imágenes a través de una ventana que muestran una estancia similar con la que inició su viaje por el interior de la instalación.

"Mirad qué pedazo de terraza"

"Mirad qué pedazo de terraza", señala cada vez que pasa por el gran espacio al aire libre de la discoteca que hace años congregó a miles de jóvenes en la noche gijonesa, para ascender hasta la alameda, ubicada en lo que vendría a ser casi una planta tres, donde solo pasa unos segundos para eludir ser visto.

Su recorrido, por la icónica discoteca El Jardín, prosigue por otras áreas, como el almacén y una sala llena de sofás donde se encuentra una enorme bola de discoteca. La sala de fiestas, ubicada en Somió, puso punto y final a su actividad en junio del año 2018 tras sesenta años al servicio del disfrute de los gijoneses.

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