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Cola cao y una cafetera para la noche y un autógrafo de la Alcaldesa: así fue el realojo en un polideportivo de los vecinos por el grave incendio de Gijón

La solidaridad vecinal se sumó a la diligencias de los cuerpos policiales y voluntarios para atender a todas las personas reubicadas en el polideportivo de Monteana

Medio centenar de vecinos evacuados por un grave incendio en el Monte Areo

Pablo Palomo

Pablo Palomo

El incendio que obligó anoche a realojar a cerca de 50 vecinos de las parroquias de Monteana y de San Andrés de los Tacones no solo dejó escenas de nerviosismo cuando las llamas en el Monte Areo eran perfectamente visibles desde el colegio de Montiana, donde se realojó a los residentes. También sirvió para poner de manifiesto que, una vez más, los gijoneses siempre dan el don de pecho y se ayudan los unos a los otros. Así, en el pabellón del centro escolar se vivieron escenas de solidaridad vecinal.

Varios vecinos trajeron víveres, que se sumaron a los de las autoridades. Algunos, trajeron hasta cola cao para dar a los pequeños que allí pasaron la noche. También los residentes trajeron agua y leche y hasta una cafetera para poder servir algo caliente a los vecinos allí realojados. Así, por ejemplo, se pudo ver a Bryan Calvo, presidente de la asociación de vecinos de San Andrés de los Tacones dando vasos de leche pasada la una de la mañana.

Voluntarios de Protección Civil, Cruz Roja, agentes de la Policía Local, Nacional, Guardia Civil... Todo el mundo arrimó el hombro para que los vecinos desalojados estuviesen bien atendidos. Se les ofreció incluso habitaciones en hoteles de la ciudad para quienes no quisiesen pasar la noche sobre colchones y mantas en el polideportivo de Monteana.

Calvo, como Tino Mendoza, líder vecinal de Monteana, estuvieron toda la noche con un peto de color naranja para que todos pudieron identificarles. Los dos líderes vecinales jugaron un papel clave durante los primeros compases del incendio para avisar a los vecinos de lo que pasaba y para tratar de coordinar la ayuda que iba llegando de particulares. Ethan Pérez, también de la asociación de vecinos de Monteana, estuvo al pie del cañón. "Ayudé a vecinos a sacar el ganado", contó.

Otro que se implicó sobre manera fue el director del colegio, Chema Suárez, director del colegio Montiana. El docente llegó sobre las once y media para abrir el colegio. Durante toda la noche estuvo ayudando a los vecinos del poblado y alrededores, llevando agua de acá para allá y siempre al tanto de cualquier necesidad que pudiera acontecer.

Carmen Moriyón, firmando el autógrafo.

Carmen Moriyón, firmando el autógrafo. / Pablo Palomo

Preocupación por posibles robos

Aunque la nota constante durante toda la noche fue la organización y la calma, también hubo cierto espacio para la preocupación. Tino Mendoza, líder vecinal de Monteana, llegó a pedir a los agentes de los cuerpos allí desplegados (Policía Nacional, Guardia Civil y Policía Local) que mandaran alguna patrulla a vigilar las casas que se habían quedado vacías por el desalojo. "Tememos que pueda haber robos", expresó.

Recibieron la visita de la alcaldesa, Carmen Moriyón, que desde el primer momento se personó en el gabinete de crisis establecido en las primeras horas en la antigua jefatura de la calle San José. Hubo también anécdotas llamativas. Una de ellas la protagonizó la propia Regidora. La primera edil llegó al colegio de Monteana y en primer lugar trató de consolar a una mujer que estaba sufriendo lo que de lejos parecía un conato de ataque de ansiedad. La consoló dentro del centro escolar, en una sala. Luego, se dirigió al pabellón donde habló con numerosos vecinos. La escena más llamativa la protagonizó con un niño, Raúl Álvarez, al que le firmó un autógrafo que el niño, inocentemente, le había pedido.

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