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El Museo Evaristo Valle de Gijón inaugura el curso con la vuelta de las visitas escolares entre naturaleza y arte: "Hay una vocación clara; la parte didáctica es fundamental"

El museo de la parroquia de Somió reactiva su programa educativo anual con cientos de alumnos de toda Asturias, en actividades que combinan pintura, escultura y el contacto directo con un jardín centenario

Así fue la visita de niños de infantil del Colegio Maestro Jaime Borras de Oviedo al Museo Evaristo Valle de Gijón

Demi Taneva

Demi Taneva

Las risas de los niños volvieron a llenar esta mañana el Museo Evaristo Valle. Con la llegada del otoño y el nuevo curso escolar, el espacio gijonés ha reabierto su programa de visitas educativas, una cita ya clásica para los colegios asturianos que une arte, naturaleza y aprendizaje en un entorno único. "Hay una vocación clara de que la parte didáctica sea fundamental", destacó Pablo Basagoiti, director del museo de Somió, al recibir a uno de los primeros grupos escolares de este curso.

El museo mantiene desde hace décadas un departamento educativo que, en palabras de Basagoiti, "ha funcionado siempre con personas especializadas, con un doble enfoque: poner en valor la figura de Evaristo Valle y, al mismo tiempo, aprovechar el jardín histórico para trabajar la relación entre arte y naturaleza". "Ya tenemos reservas hasta mayo y junio. Estamos recibiendo cerca de 3.000 escolares al año, de toda Asturias", añadió.

En visitas como estas, los alumnos se reparten entre el palacete y el jardín. Carmen Estrada, una de las responsables del departamento educativo del museo, se encarga de la parte artística. "Trabajamos desde infantil hasta universidad, acercándolos a la naturaleza y al arte, que en tiempos más tecnológicos quizá están en segundo plano", detalló.

Las actividades se adaptan a los currículos escolares y a los intereses de cada grupo. "Podemos incorporar proyectos propios de los centros o de los institutos. Lo más importante es que las visitas no sean de ‘yo emisor y niño receptor’, sino un diálogo constante en el que todos aprendemos", indicó Estrada.

Mientras tanto, en el jardín, Noelia Velasco, guía de naturaleza y monitora forestal, dirige la parte más sensorial del recorrido: "Intento que los niños se relacionen con los árboles, las plantas, los animales. Para comprender la naturaleza hay que relacionarse con ella, no hay otro camino".

Un jardín que "está vivo"

Las propuestas son variadas y cambian con la estación. "El jardín está vivo. En otoño, por ejemplo, los pequeños se convierten en exploradores o pajarólogos y los mayores disfrutan con yincanas de supervivencia donde descubren cuántas cosas nos dan los árboles y las plantas", señaló, por su parte, Estrada. La respuesta es siempre entusiasta: "Los niños son muy receptivos. Solo hay que rascar un poco, porque lo llevan a flor de piel. Es un regalo trabajar con ellos".

Los protagonistas del día, escolares de 4 y 5 años del colegio Maestro Jaime Borrás de Oviedo, lo confirman con su espontaneidad. Daniela Paniagua cuenta que lo que más le gustó fue "pintar la caracola" y "ver muchas plantas". David Calzón recordó "la costura de avión" y "dibujar un caminito azul, rojo y naranja para los tres caracoles". Anna Prohorenko y Juan José Solera se quedaron con "las conchas y el cuadro del lobo", y Lucía Granja destaca "la concha que estaba en la puerta secreta".

Así, entre pinceles, conchas y árboles centenarios, el Evaristo Valle inició un nuevo curso en el que miles de niños volverán a descubrir que el arte y la naturaleza también pueden ser una gran aula.

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