José Miguel Fernández Suárez, "Chechu" reestrena libro: "La coña marinera es un rasgo de Gijón, junto a discutirlo todo y el grandonismo"
Gijonés del 42 y distinguido alumno del Instituto Jovellanos, José Miguel Fernández Suárez defiende que lo más importante de la vida es "tomarla con humor"

José Miguel Fernández Suárez, "Chechu", posa con la nueva edición de su libro en la plaza del 6 de Agosto, con la estatuta de Jovellanos al fondo. / Lucas Cid
Un "a qué no tienes narices" de unos amigos durante una caminata por la senda del Arcediano llevó al economista José Miguel Fernández Suárez, "Chechu", a presentar sus versos al certamen de poesía festiva Luis Fernández Valdés, "Ludi", del Ateneo Jovellanos. Su "Gijón, veinte siglos de coña marinera" ganó. Era 2003. Dos largas décadas después, de la mano de la misma institución y con la colaboración de la Asociación de Antiguos Alumnos y Amigos del Real Instituto de Jovellanos, de la que fue presidente, el libro vuelve a los escaparates, aunque con portada nueva donde el XX pasa a ser 20 bajo una imagen de la iglesia de San Pedro. La presentación tendrá lugar el próximo 7 de noviembre en el salón de actos de la antigua Escuela de Comercio.
¿Reedición actualizada?
Ampliada. Las bases del concurso ponían una limitación al número de versos; así que me tuve que atener a eso aunque tenía muchas más anécdotas que contar. Ahora he aprovechado para meter más cosas. Hay tres apartados nuevos. Uno con más anécdotas de aquella época, otro dedicado a las esculturas, porque Gijón tiene más de 90 y prácticamente todas tienen mote, y el tercero sobre el Sporting.
¿No habló del Sporting en el primer libro?
Bueno, era un concurso de versos lúdicos y el Sporting de aquel momento no estaba para coñas marineras. Puse una nota en la que se decía que al Sporting no me refería porque no me dedicaba todavía ni al drama ni a la tragedia. Ahora no es que esté demasiado bien, pero sí me pareció que debía hablar del Sporting. Yo fui a Madrid a estudiar en el año 59 y cuando decías que eras de Gijón, la respuesta era Sporting de Gijón. Era la cara visible y simpática de la ciudad.
¿Por qué recuperar el libro ahora, después de tanto tiempo?
Al final casi me lo dieron como un hecho consumado, la verdad. En su momento el libro se agotó muy pronto. Se lo dije a José Luis Martínez (presidente del Ateneo Jovellanos en ese momento), que se iba a vender bien. No por vanidad, no por mi; se iba a vender porque Gijón en Gijón vende mucho. Y efect
ivamente se vendió. Desde entonces me insistieron varias veces, pero soy muy mayor y no quería jaleos. Ahora, al ver que los personajes que yo contaba de los años 50 y 60 se iban borrando y pensando en los chavales que están absolutamente abducidos por las redes sociales y los teléfonos pensé que era bueno hacer algo para que se mantuviera esa parte de la historia local.
Todo desde la coña, claro.
Sí, la vida es muy importante tomarla con humor. Además, para mí, Gijón tiene tres características. Y la primera es la coña marinera, el quitar gravedad a las cosas con una salida coñona. ¿Eso por qué ocurre? Gijón era un pueblo de pescadores, y esa es una vida muy dura y, por ejemplo en un temporal con la gente completamente acojonada, una salida simpática, relaja mucho. Eso es lo que da la coña marinera. Algo muy característicos de casi todos los pueblos con mar.
¿Y los otros dos rasgos ?
La segunda es que aquí se discute todo. Toda la vida fue así. ¿Por qué ? Era un pueblo sin poderes públicos; un pueblo que no tenía ni potencia, ni fuerza, ni capacidad de influir. Eso suponía que los proyectos que se llevaban adelante eran desde el esfuerzo personal y la gente discutía mucho sobre ellos. Y la tercera esa tendencia a exagerarlo todo, al grandonismo.
¿Quedan coñistas en Gijón como los de antes?
Son más difíciles de encontrar porque ahora, y eso es una cosa buena, las personas son más iguales en todos los sitios. Por ejemplo, en Gijón y en Oviedo se vestía diferente. En Oviedo, para vestirse de verano lo que hacían era quitarse la corbata y dejar la camisa desabrochada. En Gijón usábamos niqui. Ahora que la gente vive en Gijón y trabaja en Oviedo, o viceversa, las diferencias son menos. Por eso creo que es bueno recuperar estas cosas antiguas, para que la gente sepa que no siempre fue así.
¿Falta humor, en general?
Para empezar, falta reírse de uno mismo. Yo, en el libro, a pesar de que soy gijonés ejerciente a tope, me tomo a coña cómo somos nosotros. Hay una frase de Mauro Muñiz, que era un fenómeno, en la que no puedo estar más de acuerdo. Dice que la vida y la historia nunca mueren si los pueblos saben convivir con la alegría del humor, que es el amor definitivo.
¿Para tener coña marinera hay que nacer en Gijón?
No hace falta. Tu vas a Candás y la gente tiene muchísima gracia. Eso lo da la mar. Y también da que la gente de los pueblos costeros sea mucho más abierta. Está más acostumbrada a ver gente de fuera. A través de los barcos llegaba todo. Dicen que Jovellanos aprendió economía en un libro de Adam Smith que le
trajo un barco de cabotaje.
¿Es de los que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor?
No, lo que sí pienso es que en este momento estamos en crisis, pero que de esta crisis se saldrá. Es un momento en que la tecnología va por delante de las humanidades.
Y la inteligencia artificial tiene poca coña marinera...
Es un instrumento peligroso, muy peligroso. Tan peligroso como útil.
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