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Hablan los policías de Gijón que salvaron a una mujer de morir en un incendio en Ceares: "Si llega a estar dos minutos más, la chica no lo cuenta"

Los agentes que participaron en la heroica intervención de la calle Alegría de Ceares relatan cómo entraron a rastras por una casa llena de humo

Tuvieron que ser atendidos por los servicios sanitarios: "Solo veíamos unos pies en la cama y nada más", afirman sobre la mujer a la que rescataron

David Aguado y Félix Rodríguez

David Aguado y Félix Rodríguez / Ángel González / Ángel González

Pablo Palomo

Pablo Palomo

Gijón

"Cuando salimos, los compañeros de bomberos vinieron a darnos la enhorabuena. Nos dijeron que si la chica estaba dos minutos más dentro no lo habría contado". Quienes hablan son Félix Rodríguez y David Aguado. Ellos son los dos policías locales que salvaron el pasado sábado a una mujer de fallecer en un incendio desatado en un primer piso de un bloque de edificios de la calle Alegría, en Ceares. Los dos agentes entraron por el patio interior, accedieron a una vivienda que para entonces ya estaba llena de humo y vieron a la mujer inconsciente en su cama. Al menos, parte de su cuerpo, porque cuentan que en la habitación a la que accedieron ya estaba completamente llena de humo. Ellos fueron los que la sacaron a lomos a la calle para que la atendieran. Y ellos fueron también los que luego entraron de nuevo en la casa para comprobar que no estuvieran los niños de la víctima dentro. Afortunadamente, no quedaba nadie.

Los dos policías cuentan su tarde de sábado de la siguiente manera. Una tarde de sábado que, como es lógico, no esperaban que fuera a terminar con ellos dos atendidos por inhalación de humo. Su entrada en el piso de la calle Alegría puso en riesgo sus vidas. Pero su decisión y arrojo sirvió, muy probablemente, para salvar otra. De la mujer a la que rescataron, por cierto, no han tenido más noticias. Solo que sigue ingresada en el Hospital de Cabueñes. "Nos entró la llamada y fuimos para allá. Había un vecino que había escuchado a una mujer pegar gritos de auxilio pero que ya no la escuchaban", explicaron. Dicho vecino, se trata de Javier F., que vive en el tercero. Y que ya contó a LA NUEVA ESPAÑA como sucedieron los hechos.

"Intentamos abrir la puerta con una cartulina de esas de cerrajero. Pero como la vivienda era un primero se podía entrar por un patio", explicaron. "Saltamos dentro del patio y vimos la ventana que nos indicaba el vecino. Dentro de la casa ya se veía que había mucho humo y la ventana ya se veía como chamuscada", concretan los agentes. Cuentan entonces los policías que uno de ellos se equipó con un extintor y que otro de ellos, en este caso Félix Rodríguez, abrió la ventana de una patada y rompió el cristal. "Saltamos dentro y la cortina de humo era enorme", detallan.

"Solo se veían unos pies"

Los policías narran que, debido a laa intensa humareda, solo veían los pies de la víctima. Había quedado tirada en la cama, ya inconsciente. "No se veía nada, ni la cama, ni muebles, ni nada", apostillan. "Tratamos de sacar a la chica pero ella claro no colaboraba en nada porque estaba inconsciente. Era como un peso muerto. Luego, no la encontrábamos ni el pulso", inciden. "No respondía a estímulos. Tenía la lengua completamente morada", añaden.

Así, la bajaron a la calle, para ponerla a salvo. Cuando lo están haciendo, otro vecino, este desde un tercero, avisó a los policías de que dentro de esa casa había una familia y que vivían niños. Ante ese peligro, Félix Rodríguez decidió volver a entrar. Cuenta que quiso hacerlo por la puerta principal. Como el incendio, se supone, se origió en la habitación donde estaba la mujer creyó que en el resto de la casa habría menos humo. No fue así. "Opté por ir reptando por el suelo, porque el humo y los gases van para arriba. Voy de rodillas y al final no había nadie", asevera. Su compañero, David Aguado, había sacado a hombros a la mujer.

De la víctima se hicieron cargo los sanitarios. Y ellos, los policías, también necesitaron asistencia médica. A la mujer terminaron por encontrarle, de nuevo, el pulso. Y al final ellos, aunque sintiendo molestias tales como mareos y nauseas por el humo, también estaban bien. Gracias a ellos se puede decir se evitó una desgracia que hubiera costado vidas.

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