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¿Decir que una persona es "mayor" es despectivo"? Un centro social de Gijón abre el debate

El recurso de El Llano celebra sus 35 años de recorrido con un programa de charlas y encuentros: “Somos activas; podemos hacer lo que queramos"

Por la izquierda, Esneda Rueda, Ana Alicia Criado, María José Alonso y Luz Miranda.

Por la izquierda, Esneda Rueda, Ana Alicia Criado, María José Alonso y Luz Miranda. / D. T.

Demi Taneva

Hay lugares donde las arrugas cuentan historias y donde el tiempo no se detiene, sino que se comparte. En Gijón, el centro social de personas mayores de El Llano acaba de cumplir 35 años y lo celebró con un gran acto en familia. Lo hizo en el salón de actos del centro municipal del barrio y entre aplausos, recuerdos y miradas cómplices de un buen grupo de socios que dice haber encontrado en este centro social a su “segunda familia”. “Un centro social es mucho más que un lugar para pasar el rato; es una red de personas y de comunidad”, defiende la trabajadora social María José Conejo, moderadora del acto celebrado esta tarde, que incluyó una reflexión interesante: si el término "mayor" es o no despectivo. Tras una consulta al público, la mayoría de asistentes señalaron definirse a sí mismos como "personas mayores" y pidieron, más bien, cambiar la connotación social que tiene esa palabra: "Somos mayores y somos activos".

El acto central de la jornada fue una mesa de experiencias —aunque no había mesa, bromeaba la presentadora— participaron cuatro socias del centro: María José Alonso, Ana Alicia Criado, Luz Miranda y Esneda Rueda. Miranda, de 68 años, se acercó al centro por una colaboración relacionada con su grupo de bioética. “No tenía ni la más mínima idea de que este tipo de sitios existían”, relató. Desde entonces participa en el grupo de lectura. “Puedes compartir experiencias y escucharlas, y muchas veces te sanas y además estás sanando a los demás”.

"Hay que animarse a probar cosas nuevas"

Ana Alicia Criado, también de 68 años, reconoce que durante años veía el centro y pensaba: “¿Esto para qué será?”. Al final se hizo socia, y hoy participa en varios talleres. Es, de hecho, una de las integrantes del podcast “Vivencias en palabras”. “Yo no tenía ni idea de lo que era un podcast, pero es una experiencia maravillosa”, asegura la mujer, que anima a otras personas de su edad a “animarse y probar cosas nuevas”.

Más ejemplos. María José Alonso, de 65 años, llegó al centro acompañando a su marido, que no las tenía todas consigo: “Él decía: ‘eso es para viejos, eso es para mayores’. No había manera de convencerlo. Al final lo conseguí y empezamos a venir los dos”. Tras su fallecimiento, Alonso decidió continuar: “Estoy como en mi casa”. Participa en talleres de lectura, escritura, macramé y baile en línea. Anima también a otras personas de su edad a acercarse a este tipo de centros: “Se puede estar allí tranquilamente, se puede comer, llevar la comida a casa… Es como una familia aparte de la tuya, y a veces incluso mejor que la tuya si la tienes lejos”.

Desde Colombia, Esneda Rueda, de 79 años, llegó a Gijón hace poco más de dos y encontró en el centro un hogar: “Me recibieron con mucho amor, sobre todo María José y todos los profesores. Estoy feliz aquí, es mi tercera casa, porque la segunda casa es Cuantayá”. De su experiencia como mujer migrante y mayor, explica: “En mi país hay centros, pero hay que tener dinero para poder estar en ellos. Acá es un privilegio”.

El significado de la palabra "mayor"

Uno de los debates más vivos del acto fue el del nombre del propio centro, que hace referencia a esa idea de "personas mayores". Algunas personas consideraron que esa denominación es "una etiqueta" y que "puede ser una barrera”. Pero la mayoría defendió mantenerlo, como expresó una socia: “Somos personas mayores, y si nos cambiamos el nombre es como renunciar a esa situación. Lo que hay que cambiar es el significado”. Otra participante añadió: “Somos mayores activas y podemos hacer lo que queramos”.

María José Conejo, por su parte, defiende que este debate era precisamente uno de los objetivos de la jornada. “Para que no se asocie persona mayor con cartas y tai chi”, puso como ejemplo. Los proyectos intergeneracionales con colegios, institutos y asociaciones locales son, según ella, algunas de las tareas que más efectivas están resultando.

Antes de despedirse, Conejo pidió a las protagonistas una sola palabra para definir lo que el centro significa para ellas. Para Esneda es “vida”, para Alonso es “casa”, para Miranda es “amistad” y para Criado es “ilusión”. El público completó la lista con otra palabra: “Gratitud”.

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