El Centro Comercial Los Fresnos, "eje de la vida de El Llano"
El centro comercial gijonés, con 33 años de historia, sigue siendo punto de encuentro, ocio y vida diaria para los vecinos del barrio más poblado de la ciudad

Demi Taneva
Demi Taneva
Cuando el centro comercial Los Fresnos abrió sus puertas hace 33 años, el barrio del Llano cambió para siempre. En torno a sus pasillos, sus cines y sus tiendas comenzó a girar la vida cotidiana de miles de gijoneses. Hoy, más de tres décadas después, sigue siendo uno de los espacios más frecuentados de la ciudad y el auténtico punto de encuentro del barrio más poblado de Gijón.
Su gerente, Mari Paz Álvarez, lo resume con una frase que se ha convertido casi en lema: “Formamos parte de la vida del Llano. Más allá de ser un centro comercial, somos una institución más del barrio.”
La voz de los usuarios
Los vecinos y visitantes del Llano coinciden en valorar a Los Fresnos como un espacio cómodo, limpio y seguro, pero muchos echan en falta una oferta de ocio más amplia. “Cuando era pequeña había más actividades: karting, billar, los cines… ahora está bastante más apagado”, cuenta Paula Jiménez, que, aun así, valora la renovación reciente y la reapertura del gimnasio: “Le da mucha vida al centro, hay movimiento todo el día. Y el tema comida también ha mejorado con el buffet de pasta y el McDonald’s, que se echaban en falta”. Jiménez propone incorporar “alguna tienda más de nicho, no tanto Inditex, quizá algo vintage o diferente”, además de mejorar la accesibilidad de los baños: “Están un poco apartados, tienes que pasar por zonas de carga, y se mezclan clientes y personal. Si estuvieran más a mano sería mejor”.
Izan Santa Eugenia y Ainara Severino, jóvenes habituales del centro, apuestan también por reforzar el ocio: “Tiendas hay suficientes, pero estaría bien una zona recreativa o una bolera, algo más para disfrutar y poder pasar la tarde sin tener que ir al Parque Principado”. Esa comparación con otros complejos se repite entre los entrevistados, que ven en Los Fresnos un centro cómodo, pero con margen de mejora para competir con los grandes formatos.
Para Johanna y Janira Fueyo, el cambio más visible en los últimos años ha sido la reducción de tiendas: “Antes había más, ahora faltan. Se habló de abrir un H&M o un Primark, pero no llegó a hacerse. Sería bueno tener algo así, para no tener que desplazarse a otros barrios”. También recuerdan con cariño los espacios de juego que ya no están: “En la planta de arriba había colchonetas para los críos, estaría bien recuperar algo parecido, una ludoteca o zona infantil donde los padres puedan dejar a los niños un rato”.
Noa García, por su parte, coincide en esa idea de renovar la oferta comercial y de ocio. “Estaría bien una tienda grande tipo Primark y más opciones de comida rápida. Ahora sólo está el McDonald’s, y al final acabas yendo al Parque Astur porque allí hay más variedad.” Aun así, destaca que el centro “siempre está limpio, cuidado y es cómodo para venir varias veces al mes”.
En conjunto, las opiniones reflejan afecto y pertenencia hacia un espacio que forma parte de la rutina del barrio, pero también el deseo de una oferta más diversa y moderna. Los Fresnos sigue siendo -como dice su gerente- “una institución del Llano”, pero sus usuarios piden que esa vida compartida se note también en nuevos espacios, tiendas y propuestas para todas las edades.
Aquel 1991 marcó un antes y un después. La construcción del centro y el desarrollo urbanístico del Plan Especial de Reforma Interior (PERI) del Llano transformaron por completo una zona entonces periférica. “Fue una revolución. Todo cambió: las calles, las viviendas, la vida del barrio. A partir de ahí el Llano fue creciendo alrededor del centro comercial”, recuerda Álvarez. “Es bonito ver cómo conviven las generaciones. Hay abuelos que vienen a pasear y nietos que vienen al cine o a los talleres infantiles”, comenta.
Un espacio vivo y cambiante
Los Fresnos ha sabido adaptarse a cada época. “Igual que la vida cambia, el consumidor también cambia, y nosotros con él”, afirma la gerente. En los últimos años, el centro ha experimentado una profunda renovación, con reformas y nuevas incorporaciones.
“Hubo un tiempo sin ocio, cuando los cines cerraron y la gente se volcó con las plataformas digitales. Pero ahora el cine ha vuelto, y con él las ganas de salir, de disfrutar. Recuperamos la restauración, las comidas rápidas, las tardes de ocio… y ha sido un acierto.”
Entre las próximas aperturas destacan Popeyes, previsto para diciembre junto al McDonald’s, y un parque de bolas infantil en la planta baja, pensado para atender la gran demanda de familias. “Era algo muy pedido. Los niños podrán jugar y los padres hacer la compra con tranquilidad. Incluso celebrar cumpleaños aquí. Es un servicio muy esperado”, apunta Álvarez. También abrirá próximamente Manolo Bakes, una marca muy popular entre los jóvenes. “El rótulo es muy atractivo, va a aportar mucho. Queremos que haya oferta para todas las edades.”
Más que tiendas: ocio, cultura y comunidad
La programación del centro va mucho más allá del consumo. A lo largo del año, Los Fresnos organiza decenas de actividades gratuitas, desde talleres infantiles a exposiciones o concursos. “Tenemos un calendario anual con fechas fijas -Halloween, Navidad, la vuelta al cole-, pero también vamos improvisando según lo que nos pide la gente”, explica.
El centro cuenta con una amplia base de datos de clientes inscritos en sus actividades, a quienes se informa de cada propuesta mediante newsletter, redes sociales o cartelería tradicional. “Mucha gente del barrio no usa redes, así que también recurrimos a medios locales o a la radio. Lo importante es llegar a todos.”
Y los resultados, asegura, se notan: “La respuesta del público es fantástica. Hicimos una campaña de vuelta al cole regalando gomas de borrar -algo que parecía casi simbólico- y fue un éxito total. Se agotaron todas. A veces pensamos que todo es digital, pero no: la gente valora los detalles.”
El Play Club, los talleres de fin de semana o las actividades de Navidad son especialmente populares entre los más pequeños. “Todo lo que hacemos es gratuito. Y en invierno, cuando llueve, el centro se llena de familias buscando un plan bajo techo. Es muy gratificante verlos disfrutar”, confiesa la gerente.

Paula Jiménez, usuaria habitual del Centro Comercial Los Fresnos /
Colaboraciones que unen el barrio
El Centro Comercial Los Fresnos mantiene una relación muy estrecha con las asociaciones del Llano, La Serena y Fumeru. “Siempre decimos que este es un espacio abierto. Ellos nos traen sus proyectos y nosotros los apoyamos. Hemos albergado exposiciones de pintura, de fotografía, presentaciones de carreras populares, incluso batallas de gallos de la juventud del barrio”, enumera Álvarez.
“Al final, esto es vida de barrio”, insiste. “Nosotros dependemos de ellos, y ellos también de nosotros. Nos complementamos con el comercio de calle, no somos el enemigo, nos nutrimos unos de otros.”
Un centro comercial para todos los públicos
El público de Los Fresnos es tan diverso como el barrio mismo. “Vienen familias, jóvenes, mayores… Tenemos gente que solo viene a pasear. Hay muchos que nos dicen: yo aquí me siento seguro. Puedes pasar la tarde, tomar algo, ver una película, sin preocuparte de nada.”
El parking, con más de 2.000 plazas y dos horas gratuitas, sigue siendo un servicio clave. “Cada vez hay menos sitio para aparcar en la ciudad, así que es muy valorado. Intentamos mantener un equilibrio entre abonados y clientes esporádicos.” Además, el centro ha incorporado aparcamientos para bicicletas y patinetes, adaptándose a las nuevas formas de movilidad.
El contacto directo con los clientes es constante. “Hacemos chequeos para conocer su opinión: si hay suficientes papeleras, si están contentos con el parking, si conocen los nuevos servicios…” Esa información, asegura, les ayuda a corregir y comunicar mejor.
“A veces alguien nos dice: no sabía que teníais esta tienda o este servicio. Por eso insistimos tanto en informar. El centro parece pequeño, pero es muy grande. Todavía hay gente que se pierde o que no encuentra la salida a la calle.”
El futuro de Los Fresnos
De cara al futuro, la gerente lo tiene claro: “Queremos seguir evolucionando con el barrio. Que convivan el comercio local y las grandes firmas, que haya ocio, cultura, restauración… una mezcla de todo. Y, sobre todo, mantener vivo este vínculo con los vecinos.”
Aunque el espacio físico no permita crecer más, sí hay margen para innovar. “Tenemos muchas ideas, cosas en marcha, proyectos pequeños pero constantes. Siempre se está trabajando en algo nuevo.”
Mientras tanto, el centro comercial sigue cumpliendo su función esencial: ser el corazón del Llano, un espacio donde se cruzan generaciones, se comparten costumbres y la rutina se mezcla con la historia. Tres décadas después, Los Fresnos sigue latiendo al ritmo del barrio, con la misma energía con la que un día abrió sus puertas.
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