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Más ocio, cultura, deporte y vivienda asequible en el barrio: las peticiones de los jóvenes de El Llano

La falta de lugares para encontrarse, ocio real y oportunidades para quedarse, entre las carencias de un barrio "lleno de jóvenes"

Demi Taneva

Para la juventud del Llano hay algo incuestionable: el barrio está vivo, muy vivo. Es el más poblado de Gijón y está lleno de jóvenes. Pero hay una realidad que se repite una y otra vez en sus voces: esa juventud no se ve, porque no tiene dónde estar. “Es un barrio humilde, de clase trabajadora, donde casi todos nos conocemos”, afirma Elías Fernández, miembro de la vocalía joven de la Asociación Vecinal La Serena. “Pero es verdad que, aunque hay mucha gente de nuestra edad, en cuanto quieren ocio se marchan al centro”, aclara Sara García, otra integrante del grupo.

La contradicción es evidente: barrio lleno de gente joven, pero sin vida joven visible en sus calles. No por falta de población, dicen, sino por falta de espacio social. “Aquí hay de todo para comprar: ropa, supermercados…”, explica Diego García, otro componente de la vocalía de juventud. “Pero si quieres ocio, ocio de verdad, no lo hay. Ni cultura, ni deportes sin pelear por una pista. Para quedar con alguien, acabas yéndote fuera”.

El Llano no carga únicamente con la ausencia de propuestas: también con prejuicios. “Hay gente de otras zonas que dicen que este es un barrio pijo, y otros que dicen que es barrio conflictivo. Ni una cosa ni la otra”, aclara Diego García . “Lo que pasa es que hay mucha gente. Y cuando hay mucha gente, pasan más cosas. Pero yo voy tranquila por la calle”, añade Sara García.

Un barrio con un gran centro comercial pero falto de transporte

Todos coinciden sin dudar en cuál es el epicentro social del Llano: el Centro Comercial Los Fresnos. “Es el lugar más vivo del barrio”, afirman. La reapertura de los cines ha ayudado a generar algo más de movimiento, pero sigue siendo ocio ligado al consumo.

Su opinión también es unánime en cuanto al transporte público de la zona: “Andando llegas a casi todo. Pero en autobús estamos muy limitados. Los búhos nocturnos, poquísimos. Si vuelves solo de noche o coges un taxi o nada”, argumenta Sara García.

Lo que falta: ocio, oportunidades y vivienda asequible

En cuanto a alguna necesidad urgente del barrio, lo tienen claro: más ocio real, más deporte accesible, más cultura y más espacios donde simplemente estar. “Por ejemplo, una bolera, más centros de estudio o complejos deportivos libres”, enumeran entre todos.

Y junto a eso, hay otros dos asuntos de fondo que les preocupan tanto o más: “El trabajo aquí es casi todo temporal”, comenta Fernández. “Y la vivienda es carísima. Un joven solo no puede alquilar nada en el barrio con estos sueldos”, explica Diego García. “Al final solo te queda compartir piso, pero no vives igual”, apunta Sara Moreno, otra miembro de la Asociación La Serena.

Juventud que se queda en el Llano

A diferencia de muchos jóvenes que se limitan a adaptarse marchándose a otras zonas, ellos han optado por quedarse y actuar desde dentro. Forman parte de la vocalía joven de la Asociación Vecinal La Serena, un espacio que nació -dicen- “precisamente porque no había otro”. Lo describen como algo natural. “Antes quedábamos en bancos o en el Pryca. Ahora, por lo menos, tenemos un sitio propio”, cuentan.

“Hay jóvenes que no salen porque no tienen con quién. Y hay otros que sí querrían salir, pero no saben que existimos. Lo que falta no es gente. Falta que sepan que aquí hay un sitio”, comenta Sara García. Hay quienes participan en actividades, pero no dan el paso a sumarse formalmente a la vocalía por vergüenza o por desconocimiento. “Muchos piensan que una asociación es cosa de mayores. No saben que aquí pueden venir con una idea, proponerla y que salga adelante”, explican.

Hacen rutas, torneos de baloncesto, concursos o tardes de juegos de mesa. También existen multitud de cursos o acciones benéficas en la propia Asociación: “Nos juntamos también con los mayores, de ellos aprendemos mucho, pero también aprenden de nosotros, viene bien para todos”, cuenta Sara García. “Yo haría más cosas intergeneracionales”, añade Fernández.

Miedo y mensaje para el futuro

Su mayor miedo en cuanto a la vida del barrio es “que se quede vacío, que cierren negocios y que desaparezca la vida real”, coinciden. El mensaje que transmiten es claro: el Llano no ha perdido juventud, pero corre el riesgo de perderla si no se le ofrece motivos para quedarse. Reclaman más espacio, más visibilidad y más escucha.

Y lo hacen desde el convencimiento de que el barrio tiene futuro, siempre que deje de ser un lugar de paso y vuelva a ser -como alguna vez lo fue- un lugar donde quedarse.

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