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Medio Ambiente encarga otro estudio sobre contaminación en la zona oeste de Gijón

Expertos de la Universidad de Oviedo controlarán durante ocho meses las partículas sedimentables en tres puntos de muestreo

Un vehículo lleno de polvo en El Cerillero.

Un vehículo lleno de polvo en El Cerillero. / LNE

Son las que se ven, las que los vecinos de la zona oeste limpian de sus ventanas o de sus coches pero que no cuentan a la hora de activar protocolos anticontaminación: son las partículas sedimentables. La concejalía de Medio Ambiente, que encabeza el edil popular Rodrigo Pintueles, ha decidido encargar a la Universidad de Oviedo un estudio específico sobre esas partículas en la zona oeste que sirva para dar continuidad y comparar datos con otro elaborado en 2020. Un estudio, anunciado ayer en el Consejo sectorial de Medio Ambiente, que busca dar un paso más en la recopilación de información para avanzar en la lucha contra la polución en la zona oeste.

Ahora mismo los dispositivos de control de la calidad del aire miden las partículas en suspensión –las PM10 y las PM2,5– pero no las sedimentables, entre otras cosas porque desde 2011 no hay sobre ellas una regulación legal que imponga límites. Aunque si la posibilidad de regularlas en zonas industriales mediante normativas locales.

No hay que olvidar que la alta actividad industrial en el Oeste gijonés es elemento esencial en los problemas de contaminación y que las partículas sedimentables no serán un problema para cumplir con la ley, pero si para el bienestar de la población, sus bienes y la percepción social que se tiene sobre la contaminación y su impacto. "Había una regulación de 1975 pero con el tiempo se entendió que esas partículas no eran tan problemáticas como las PM10 y PM2,5 y la legislación pasó a fijarse más en lo que no se ve que en lo que se ve y se puede limpiar. Pero lo cierto es que son algo objetivo, que están, que generan malestar entre los vecinos y que hay evidencias científicas de que luego pasan a estar en parte en suspensión", explica Alejandro Navazas, director general de Medio Ambiente y Sostenibilidad del Ayuntamiento.

El plan pasa por controlar durante ochos meses tres puntos a determinar entre los expertos de la universidad, el Ayuntamiento y los vecinos para determinar la deposición atmosférica de hierro, arsénico, cadmio, plomo y níquel analizando la influencia de factores meteorológicos como la dirección del viento o la lluvia. Los datos que se recojan se cruzarán con los datos que de la presencia de partículas en suspensión se recogen en las unidades de control del Ayuntamiento y el Principado. A partir de las conclusiones tocará definir si ese polvo es realmente contaminante o simplemente genera un impacto visual negativo. Ver si se está o no dentro de los 300 miligramos por metro cuadrado que marcaba como tope la legislación de 1975 que decayó en 2011. Y decidir si se toman medidas: alguna tan sencilla como retirar ese polvo, por ejemplo, de las carreteras.

A lo largo de la sesión de ayer del consejo sectorial de Medio Ambiente se dio cuenta desde la concejalía de los avances en los proyectos de renaturalización del Piles y "Gijón Ecoresiliente" y de la próxima presentación del estudio epidemiológico encargada para ver el impacto de la polución en la salud de los vecinos del oeste.

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