La singular tradición de las "campanadas" de El Musel puede volver a hacerse realidad en unos días
La idea surgió en el Puerto tras leer en LA NUEVA ESPAÑA a la catedrática Zulima Fernández

Cuatro barcos atracados en el Muelle Norte de El Musel. | JULIÁN RUS
S. F. L. / R. V.
Nadie recuerda con exactitud cuándo dejaron los barcos atracados en El Musel de "pitar" al llegar la medianoche del 31 de diciembre para festejar la llegada de un nuevo año. Pero esas singulares campanadas pueden volver a hacerse realidad en unos días. Desde la Autoridad Portuaria de Gijón se está tanteando el terreno de cara a impulsar la recuperación de esta tradición este mismo fin de año. Las primeras sensaciones no son malas. Más bien al contrario. "Hay buena acogida" , se asegura desde El Musel.
La culpable, sin querer, de la que puede ser una de las grandes novedades de esta Navidad en Gijón es Zulima Fernández. Esta gijonesa del 56, hija de un práctico del puerto que convirtió El Musel en uno de los escenarios de la infancia de su pequeña, y ahora catedrática de Organización de Empresas y directora del Instituto Conde de Campomanes de Iniciativas Empresariales y Empresa Familiar de la Universidad Carlos III de Madrid, recordaba en una reciente entrevista en LA NUEVA ESPAÑA su emoción de niña al oír las bocinas de los barcos al tiempo de tomar las uvas.
"Una costumbre emocionante que no sé por qué se ha perdido. Supongo que se oía en todo Gijón, desde luego a mi casa en Donato Argüelles llegaba perfectamente el sonido de las bocinas, y una Nochevieja me tocó a mi pitar. Mi padre estaba de guardia, llegó un barco y me dejó subir con él por la escala de gato. Y el capitán me permitió pitar. Siempre que he tenido la ocasión de pasar las Navidades en Gijón lo más emotivo ha seguido siendo escuchar a los barcos saludar al nuevo año. Es una costumbre que debería recuperarse en una villa marinera como Gijón", explicaba Fernández en la entrevista.
Un mensaje que no pasó desapercibido entre los actuales responsables del Puerto que, efectivamente, confirmaron que en El Musel se había mantenido durante muchos años ese ruidoso saludo al nuevo año. Una tradición que no era exclusiva del puerto gijonés, ya que se extendía a la mayoría de los puertos de Europa.
También descubrieron los nuevos gestores del puerto local que esas campanadas de mar de otros años acababan en un pique entre los barcos para demostrar quién hacía sonar la sirena con más fuerza o durante más tiempo. Un pique del que eran testigos los gijoneses desde sus hogares y que animaba la fiesta de fin de año desde el mar.
Aprendida la lección de historia gracias a Zulima Fernández, desde la Autoridad Portuaria se ha iniciado una ronda de conversaciones para animar a que, el próximo 31 de diciembre, a las campanadas de la tele les salga un ruidoso competidor desde El Musel.
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