Entrevista | Isabel Pacios Fernández Gerente de Lonja Gijón
Isabel Pacios, gerente de Lonja Gijón: "Conseguimos que la lonja tenga buena reputación en todo el Cantábrico"
«Cuando llegué al cargo en 2018, Lonja Gijón estaba en causa de disolución y con un problema de prestigio»
«Nuestro jefe es el mar; hay días en los que puedes marchar antes o no venir incluso y otros en los que tienes que quedarte a dormir aquí»

Isabel Pacios, en el Muelle de Rendiello, donde está la Lonja de El Musel. / Ángel González
Isabel Pacios Fernández es la gerente de Lonja Gijón Musel, que ha cerrado el ejercicio 2024 con 477.000 euros de beneficios, encadenando cinco años consecutivos de superávit. "Ha sido un año en linea con los anteriores, con algunas campañas mejores y otras no tan buenas, pero en general en la misma tendencia que en los últimos años. De bocarte hemos tenido una costera muy buena este año y de bonito ha sido menor, porque solo se ha pescado el 54% de la cuota", apunta.
-¿A qué se debe lo del bonito?
-No se sabe exactamente. No hay base científica para saber el motivo por el cual este año el bonito se comportó de manera extraña.
-¿Qué le dicen los pescadores?
-Que había bonito, pero muchas veces no comía el cebo del anzuelo, quizás es porque había mucho bocarte en el mar, del que se alimenta el bonito. El cambio climático claro que también tendrá aquí sus consecuencias, porque la temperatura del agua es más elevada y a lo mejor el bonito estaba más abajo, donde la temperatura es más fresca. Hay muchas hipótesis, pero no hay certezas de a qué se debió ese comportamiento, que a lo mejor para el año que viene no es el mismo.
-¿Y los precios?
-Fueron mejores que en 2023 porque hubo menos cantidad.
-¿Se están rulando especies nuevas por el cambio climático?
-Puede aparecer algún ejemplar un día u otro, pero no es una tendencia. Es muy pronto. Sé que en el mar dicen que hay atún rojo. También con las especies tradicionales se ven cambios, como que hubo muchísimo bocarte en Galicia, cuando otros años no había.
-La costera del bocarte, que varía según los años, ¿tiene tendencia a que vaya a ser sistemáticamente buena?
-¿Para la flota o para las lonjas? Porque hay mucho bocarte en el Cantábrico, pero los barcos lo van a descargar a la lonja más cercana. Si consumen una parte importante de la cuota en el País Vasco y Cantábrica, cuando llega el bocarte aquí, pueden pescar menos. Si no encuentran el bocarte al principio, cerca de esos puertos, nos va a tocar más. El grueso de la flota es cántabra y vasca, por lo que siempre empiezan la costera por allí.
-¿Cómo cree que valora el consumidor el pescado de las lonjas locales, que están promocionando por ejemplo con la campaña Gijón Bonito?
-El bonito en Asturias y especialmente en Gijón, tiene mucha tradición de consumo, y como está metida la hostelería en la marca Gijón Bonito, ahí se nota el empuje de la demanda. Y en las pescaderías también.
¿Qué perspectivas hay para el año que viene?
Se ha reducido un 22% la cuota de la caballa y luego el sector pesquero tiene un problema estructural, que es la falta de relevo generacional, como ocurre en todo el sector primario. Es algo que va a ser complicado de resolver. A eso se suma que hay una bajada importante en el consumo de pescado.
-¿A qué atribuye el problema de relevo generacional?
-A que no se han sabido poner en valor los oficios. La mayoría de los que trabajan en la pesca te dicen que si volvieran a nacer se volverían a dedicar al mar; tan mal no les ha ido y tan malo no es. Además, hoy en día los barcos están bien equipados. No han sabido vender que es un sector que te permite vivir dignamente, que trabajas unas épocas del año y otras no. Marineros no faltan, porque muchos barcos tienen marineros de otros países, pero faltan técnicos de máquinas y patrones. En algunas cofradías hay barcos parados porque no encuentran maquinistas o patrones.
-Lonja Gijón pasó de estar al borde del cierre a tener una situación saneada.
-Yo empecé en 2018 y en ese momento la lonja estaba en causa de disolución. El punto de inflexión fue por la inyección de dinero bancario y de los socios, en especial la Autoridad Portuaria. A partir de ahí, entra la actividad y la gestión se saneó la lonja.
-¿Gestión?
-Captación de barcos, dar buenos servicios, inversiones para facilitar el trabajo y minimizar tiempos de espera. En 2018 había un problema de reputación en la lonja, no teníamos buen nombre en el Cantábrico y a eso se le consiguió darle la vuelta y hoy en día somos una lonja con prestigio en el Cantábrico. Los patrones, además de obtener buen precio en las subastas, lo que quieren es agilidad en las gestiones para echarse rápido a la mar, sobre todo en campañas como la del bonito y el bocarte. Es importante que el equipo de personas que tiene la lonja entiende la actividad, una actividad que no tiene horario, porque nuestro jefe es el mar: hay días en los que puedes marchar antes o incluso no venir y otros en los que tienes que quedarte a dormir aquí.
-¿Y el factor suerte? Lo digo por los años con grandes bocartadas.
-Sí, pero la suerte es amiga de la eficacia. Porque hay que gestionar bien el servicio cuando tienes aquí cien barcos a la vez.
-En estas fechas hay precios elevados en las subastas.
-Se incrementa bastante en especies como el rape, la merluza, en pescados finos, pero el precio depende de la calidad del pescado y de los pedidos que tengan las pescaderías y los mayoristas, porque muchas veces los consumidores se anticipan para hacer la compra.
-¿Qué cree que supone para Gijón tener una lonja?
-Es parte de su cultura y de sus raíces. En su día llegó a haber hasta tres lonjas en la ciudad. Y tiene transcendencia económica; las campañas aportan mucho valor a la ciudad, cuando vienen las bocartadas vienen compradores con sus cuadrillas que se alojan en hoteles y hacen gasto en comidas, y a muchos les gusta la ciudad y luego vuelven de vacaciones con sus familias. Y cada barco tiene una media de 15 personas, de los que bajan bastantes cuando llegan a la lonja y llegamos a tener hasta cien barcos en un día. También genera trabajo para los transportistas.
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