Un mítico comercio que dice adiós tras 35 años iluminando La Calzada: "La clave ha sido el compromiso"
Guillermo Álvarez Pérez y Trinidad Fernández Menéndez cierran por jubilación su local de productos y sistemas de iluminación, recibiendo el cariño de clientes y amigos de toda la vida

Carlos Tamargo
Sentados detrás del mostrador de su tienda, Guillermo Álvarez Pérez y Trinidad Fernández Menéndez repasa lo que han sido 35 años al frente de Sonilux, una tienda de las de toda la vida que ha dado luz a varias generaciones en el barrio de La Calzada. Desde los comienzos hasta la actualidad, el local ha estado ubicado en la Avenida Príncipe de Asturias, junto a Cuatro Caminos y ha sido un punto de referencia en productos y sistemas de iluminación.
Los comienzos se remontan a principios de los noventa, donde una apuesta familiar y personal de ambos les llevó a embarcarse en la aventura de tener un establecimiento. "Comencé mi vida laboral en Oviedo, trabajando en material eléctrico. Allí estuve unos años, en un almacén distribuidor de lámparas. Cuando ya llevaba ahí un tiempo, vino una época de vacas flacas y entonces decidimos ponernos por nuestra cuenta", recuerda Guillermo Álvarez.
Ambos nacieron en Tineo, pero ya de juventud se trasladaron a La Calzada. En febrero del 90 se hicieron con un pequeño local en la zona donde había un bar que reformaron con esmero y transformaron abriendo las puertas en junio del mismo año. "No había ninguna referencia de este tipo de negocio aquí. Los primeros meses estás metiendo material, pero ya veíamos que había algo de ventas y también reparaciones de las viviendas, cambiar enchufes, hacer instalaciones...".
De esta forma daba sus primeros pasos Sonilux, un negocio en el que la finalidad era dar un servicio "serio y de calidad". La experiencia de Guillermo en el sector eléctrico, unida al empeño de Trini en las ventas han sido las claves del éxito para que generaciones enteras pasen por sus manos. Durante décadas, el barrio ha ido cambiando delante de sus ojos y ellos adaptándose a las nuevas necesidades que les demandaban.
Álvarez Pérez detalla cómo fueron estos primeros años y su progresión: "Digamos que el negocio se fue reciclando. Empezamos en la venta de material eléctrico, pero hubo que ir buscando focos de negocio, porque, bueno, con la venta hubo un tiempo que empezaron a poner grandes superficies. Aquí me acuerdo cuando instalaron el Continental, que nosotros estábamos así un poco recelosos".
La amenaza de los centros comerciales y multinacionales siempre ha estado ahí, pero Trini asegura que el trato vendedor-cliente no es el mismo. "Hay muchos sitios donde comprar, grandes superficies y tal, pero eso de decir, 'voy a un sitio donde tengo confianza, donde sé que si hay un problema vuelvo allí, hablo con la persona directamente, siempre la misma', no lo dan. A mí también me gusta ir a comprar a las tiendas del barrio, las tiendas donde hablo con la gente". Esta cercanía ha convertido a los clientes en algo más. "La mayoría son como de la familia".
Durante estas tres décadas han tenido momentos de disfrutar, pero también han tenido que sacar adelante su negocio frente a imprevistos. "El mayor palo fue un incendio que tuvimos aquí, hace ocho años. Un cortocircuito. No quemaron muchas cosas, más que nada fue humo, pero fue un golpe anímico", confiesa Álvarez, que también repasa algunos de los momentos claves de la zona como han sido el cierre de los astilleros o diferentes protestas laborales. "Pensabas, 'madre mía, ahora esto... ¿Qué va a pasar?' Pero bueno, pues son cosas que se fueron superando y en resumidas cuentas yo creo que en global todos estos años han merecido la pena".
Guillermo Álvarez, a sus 69 años, lleva ya dos jubilado, pero manteniéndose algo activo en la tienda, que ha estado a cargo de Trini Fernández durante este tiempo a espera de poder disfrutar ella del merecido descanso. "La clave ha sido el compromiso con el cliente, decir una cosa y cumplirla", resume el comerciante, a la vez que Trini Fernández complementa: "El querer darle el mejor servicio en todo momento".
Durante estos días de recoger cosas y dejar atrás el negocio de una vida se han acercado vecinos y amigos a agradecerles el trato de tanto tiempo. "Nos dicen que nos van a echar mucho de menos. Han venido muchos a despedirse y comprar cosas para tener en casa, la gente se ha mostrado muy cariñosa". Por el momento, todavía no saben qué va a pasar con el local y están a la espera de que alguien pueda coger el relevo. "Hay personas interesadas, pero no hay nadie que haya dado el sí definitivamente sí. Sabemos que da miedo, pero yo pienso que no debería de ser así, porque la clientela está ahí", confía Trini que también quiso dejar junto a su marido un mensaje de agradecimiento. "Estamos muy agradecidos por la confianza que pusieron en nosotros. Sin ellos no sería posible".
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