Laureano Lourido deja el Puerto de Gijón tras reducir la deuda y la dependencia del carbón
El capitán, que lleva al frente de la Autoridad Portuaria más de nueve años, cierra una etapa de fuerte captación de inversiones y constante debate medioambiental

Laureano Lourido, en El Musel. / Ángel González
Vientos de cambio en El Musel. Laureano Lourido dejará en las próximas semanas la presidencia de la Autoridad Portuaria de Gijón tras nueve años y cuatro meses al frente. Su marcha pondrá fin al ciclo más largo en los muelles de la ciudad desde que empezó el siglo, un período iniciado en septiembre de 2015 y marcado por la drástica reducción de la deuda heredada a cuenta de la ampliación y por la llegada de numerosas empresas que favorecieron la diversificación de la actividad en las terminales de la ciudad, eminentemente centradas en el carbón desde siempre. En el seno del Gobierno regional, se considera que su labor ha sido positiva, pero también que es necesario iniciar una nueva etapa ante el ambicioso proceso de descarbonización que se abre a instancias de las autoridades europeas y nacionales. El propio Lourido había manifestado en alguna ocasión que su intención inicial era permanecer en el cargo un máximo de ocho años, pero las diferentes negociaciones en marcha con algunas compañías le animó a seguir un tiempo más.
Lourido (Corvera, 1959) deja El Musel tras una etapa que pasará a la historia por el impulso que recibieron los muelles de la ampliación después de años yermos. Un ejemplo simbólico, aunque no el más trascendental en términos de movimiento económico y de mercancías, fue la puesta en marcha de la regasificadora, que había estado más de una década inutilizada, desde su construcción. Ocurrió meses después del inicio de la guerra de Ucrania en un contexto de cambiantes necesidades económicas a nivel europeo. Ahora, las luces de los dos grandes tanques de la instalación forman parte ya del horizonte gijonés durante la noche.
Pero los nueve años largos de Lourido en el despacho principal de la Autoridad Portuaria van mucho más allá. En este largo período, se han cerrado importantes inversiones que se desarrollarán en los próximos años. Es el caso de HyFive, filial de White Summit Capital, que construirá una planta para producir hidrógeno y metanol verde, con una inversión de 250 millones de euros y que estará operativa en 2027; de Zima, que levantará una fábrica de eólicos en un proyecto con 85 millones de inversión y una facturación anual de 250 millones de euros; de Umicore, que desarrollará componentes de baterías para coches eléctricos en los terrenos de ampliación; de Sea8, que levantará en la explanada de La Figar la mayor piscifactoría de Europa, con siete edificios dedicados, sobremanera, al engorde de lenguados. Además, impulsó la llegada de cruceros, especialmente, tras la pandemia.
La frenética actividad de Lourido en los despachos, según el relato de sus colaboradores más estrechos, contrastó desde el primer momento con una presencia limitada en actos públicos de la ciudad. El todavía presidente seleccionó siempre con especial celo sus apariciones y rehusó entrar en las una y mil polémicas políticas y sociales de la vida local. Uno de los asuntos más controvertidos a los que tuvo que hacer frente, con fuertes críticas desde formaciones progresistas y algunos colectivos vecinales, fue la lucha contra la contaminación. Su plan medioambiental, que incluye una gran barrera física y aspersores de agua para frenar las nubes de carbón, no convenció en algunos sectores, aunque fue aplaudido por otros por su "innovación".
A Lourido, la gestión de la polución le supuso un desgaste con la dirección de la Agrupación Local Socialista que lidera Monchu García, crítica desde hace tiempo con él tanto en público como, sobre todo, en privado. Tampoco gustó en la Casa del Pueblo que el presidente de El Musel, sin afiliación política, firmase con la alcaldesa, Carmen Moriyón, el convenio para la venta de los terrenos de Naval Gijón al Ayuntamiento. Por contra, este gesto le valió el aplauso de parte importante de la sociedad gijonesa, favorable a que la ciudadanía recupere cuanto antes la fachada marítima occidental para su uso y disfrute.
Lourido dejará El Musel como uno de sus presidentes con más años en el cargo. Llegó de la mano de Javier Fernández en la presidencia del Principado y, contra el pronóstico de unos cuantos, prosiguió cuando Adrián Barbón asumió el Gobierno autonómico. Conversador y con gran sentido del humor en privado, paradójicamente siempre tiró de discreción en el ejercicio del cargo. Sus relaciones con las dos alcaldesas con las que "convivió", Carmen Moriyón y Ana González, apenas sumaron conflictos.
Orgulloso de Nubledo, su localidad natal, y de Cancienes, donde vive, con el final de su mandato también remata una vida dedicada a la mar. Capitán de la Marina Mercante por la Escuela Superior Náutica de Barcelona y con un máster en gestión portuaria y transporte intermodal por la Universidad de Comillas, pilotó desde petroleros a ferris. Tras el nacimiento de su hija, decidió quedarse en tierra firme barriendo muelles como peón. De empresa en empresa, en 2001 se convirtió en responsable de operaciones portuarias de El Musel. Regresó al sector privado para recalar definitivamente en Gijón con varios cargos, el más relevante, el de director gerente de la terminal de graneles sólidos (Ebhisa), donde pasó tres años antes de llegar a lo más alto del Puerto, en sustitución de Rosa Aza. El Gobierno del Principado deberá proponer ahora el nombre de su sustituto a Puertos del Estado. El plan pasa por que el relevo esté rematado en febrero.
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