Habla la gijonesa que saltó con su hija de 3 años de su piso en llamas gracias a la intervención de su perra: "Fue nuestro ángel de la guarda"
Patricia Fernandes Da Silva pudo salvarse y salvar a s u hija gracias a su perra "Dana", que falleció en el incendio: "O saltaba o moríamos las dos"

Nico Martínez / Amor Domínguez/ FOTO: Marcos León
"O saltaba o moríamos las dos". Quien habla es Patricia Fernandes Da Silva, la mujer que la madrugada del viernes al sábado tuvo que tirarse por la ventana de su piso en la calle Daniel Cerra con su hija de tres años en brazos para escapar de un incendio en su vivienda. Fernandes Da Silva, de 33 años, es consciente del milagro que ha vivido. Un milagro que tuvo como protagonista a su perra, "Dana", una can de 15 años que, con sus ladridos, avisó a la mujer de lo que estaba sucediendo, dándole así un tiempo precioso para poder reaccionar. Con muletas por el talón roto debido a la caída, Fernandes Da Silva relata a LA NUEVA ESPAÑA los 15 minutos más agobiantes de su vida. Y lo hace con "Dana" en la memoria ya que la perra, por la inhalación de humo, no sobrevivió.
"Ha sido como nuestro ángel de la guarda", asegura Fernandes Da Silva, feliz por seguir con vida pero igualmente triste por haber perdido a una mascota que adoptó cuando el animal tenía tres meses. La mujer reordena su memoria. Viaja a la madrugada del viernes al sábado cuando ocurrió todo. Recuerda que el reloj marcaba más de las tres de la madrugada, que estaba despierta y que estaba en el salón haciendo un pasatiempos. La razón de no haber pegado ojo es que Mayra, su hija, aquella noche tenía unas décimas de fiebre. Como suele hacer siempre que esto pasa, la mujer se queda despierta para poder controlar la temperatura de su pequeña. "La había dado el medicamento hacía una hora y estaba esperando a que le bajara la fiebre para poder dormir", explica.
La mujer se encontraba en su salón con su pasatiempos. Estaba haciendo un cuadro de diamantes. Tenía, y esto es importante, un lámpara flexo a su lado, un teléfono móvil con cámara para poder ver el cuarto de la niña y su móvil encima de la mesa. De pronto, sintió que su hija se despertó. Le pidió agua a gritos desde su habitación, al fondo de la casa. La madre fue a ello. Le dio el agua, la arropó y de ahí se fue al cuarto de baño. Cuando entró, sintió desde lejos rascar la puerta del salón, pero no le dio importancia. Ya había pasado otras veces. Los sonidos que escuchó a continuación sí la inquietaron. "Oí tres o cuatro ruidos muy fuertes y un microsegundo después escuché a la perra ladrar muy acelerada. Nunca había ladrado de esa forma", añade.
Esos ladridos, quizás por ese sexto sentido que se activa en el cuerpo cuando algo no va bien, la puso en alerta. Salió disparada al salón y se encontró el horror. "Abrí la puerta y me pegó un fogonazo y empezó a salir humo muy negro y denso. Empecé a toser y llamé a la perra, pero ni pudo salir ni yo pude entrar", relata. Para ganar oxigeno, trató de abrir la puerta de la casa, pero tampoco pudo. "Se había dilatado y no se podía abrir", apostilla. "Me sentía encerrada", añade.
El sexto sentido se volvió a activar. Inmediatamente, pensó en su hija. Corrió al otro lado de la casa, a su habitación. Esta zona de la vivienda da un patio interior. Cuenta que abrió la ventana del cuarto para pedir socorro a los vecinos. Ello provocó que el humo del salón se dirigiera a esa parte de la casa. "Estábamos asomadas a la ventana, pero nos ahogábamos igual. Miraba para arriba, miraba para abajo, pero el humo nos ahogaba. Me agarré al tendal para respirar, pero nada", cuenta. Fue entonces cuando tomó la decisión que habría de salvarles la vida a las dos. "Le dije a mi hija que íbamos a ser muy fuertes y muy valientes y que se tenía que agarrar a mí hasta que yo se lo dijera", explica. Y entonces, saltaron.
Fernandes Da Silva se descolgó de su tendal, bajó hasta el de su vecina de abajo y de ahí al suelo. "Cuando escuché a mi hija toser, que no podía respirar sabía que o me tiraba o nos moríamos", insiste. Ya en el suelo, en el patio de luces, los vecinos del primero las metieron en su casa. Fueron, poco después, atendidas por los servicios médicos. Los bomberos trataron no solo de apagar al fuego, provocado por un cortocircuito en un flexo, sino de rescatar a la perra. Subieron hasta en seis ocasiones, pero no la localizaron. Al final, la hallaron acurrucada en su cama. "Falleció por la inhalación de humo, no calcinada. Su cuerpo estaba perfectamente", zanja Fernandes Da Silva sobre su ángel de la guarda.
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