César Morán: archivo fotográfico de La Calzada

Con su aportación engrandeció la historia del barrio

Letrero de Foto César, con Julio César Morán, hijo de César Morán Uría, en la ventana.

Letrero de Foto César, con Julio César Morán, hijo de César Morán Uría, en la ventana. / Marcos León

Hace pocos días LA NUEVA ESPAÑA de Gijón se hizo eco del acuerdo adoptado por la Asociación de Vecinos “Alfonso Camín” de La Calzada para promover una calle con el nombre de César Morán Uría en reconocimiento a su trayectoria profesional de fotógrafo que supo honrar la profesión para orgullo de ésta, de su familia y, por supuesto, de la población vecinal en cuanto que su persona forma parte del arquetipo-patrón a partir del cual supo visualizar conceptos diferentes de los barrios de la zona oeste de Gijón.  

No solo considero acertada la decisión, sino que me sumo a ella tanto en mi condición de socio como a la de vecino del barrio. Así que, mi felicitación a la asociación, a la familia y al barrio en general ya que con la toma de tal decisión sólo le entregamos parte de lo mucho que Foto César nos dio.

Cesar Morán se instaló en el barrio de La Calzada en 1956 en un edifico de planta baja esquina a la antigua carretera de Avilés y a la calle Colombia en el que mantuvo siempre su negocio a pesar de los cambios que experimentó el edificio y la zona. Con su aportación a través de la fotografía engrandeció la historia del barrio ya que creó un amplio álbum-archivo de imágenes del que se nutrió un variado círculo de escritores, informadores, historiadores y centros expositores. Imágenes que de quedar en el olvido perderían el espíritu itinerante de dejar testimonio de una historia apasionante y necesaria como recuerdo pretérito.

César Morán con su cámara delante de Foto César, en la avenida de la Argentina.

César Morán con su cámara delante de Foto César, en la avenida de la Argentina. / Lne

Se define a la fotografía como técnica que proyecta y fija la luz en forma de imágenes. La fotografía nace en un momento de tránsito de la sociedad preindustrial a la sociedad industrial. La industria en La Calzada, por tanto, se convierte en esa época en un impacto clave en la vida del barrio que no pasa desapercibido para el buen profesional nacido en Tremañes, al entender, con buen criterio, que el fenómeno industrial es el dominante del momento y por esa razón -supongo- se vuelca en el retrato como instrumento de autorepresentación social más efectivo-afectivo. Obviamente, sin prescindir del resto del paisaje y paisanaje que le rodea.

Pues bien, fiel a estos preceptos César Morán -Foto Cesar- hizo de la fotografía una disciplina técnica y artista capturando miles de imágenes de todo tipo y condición a lo largo de una vida laboral, profesional y pasional que logró transmitir, básicamente a su hijo Julio César como legado continuista. Por tanto, ambicioso en su profesión, César Morán suscribió la convivencia en la fotografía de fundamentos tan diversos como el arte, la cultura, el deporte, asociaciones vecinales, urbanismo, industria, bodas, banquetes, etcétera, como argamasa fundamental en la conformación de la memoria colectiva de riqueza y testimonio humano.

César Morán crea sus fotografías con estilo refinado propio, pero desde el conservadurismo de adaptación a la época y caracteres del momento. Para dar perfección a la fotografía no busca paisajes importantes ni exóticos, ni espacios de luz intensiva ni rayos de sol entrecruzados, le basta lo que tiene delante de sí. Paisajes adornados de grúas, de fábricas con sus chimeneas humeantes, fachadas sucias y sombrías, calles depositarias de polvo y charcos, tejados de ceniza y hollín, como elementos migratorios de la industria manufacturera y pesada que tanto lustre fabril dio al occidente de Gijón.

De una población obrera que se mueve al ritmo de las sirenas de las fábricas, de los duelos deportivos del Pelayo y del Calzada, de las carreras ciclistas de la peña Deportiva Bahomontes y del Club Ciclista Calzada, de los tertulianos calzadistas y ateneístas, de las manifestaciones religiosas en Fátima y de las reivindicativas en la calle exigiendo mejoras de alumbrado, pavimento y derechos sociales, del cierre de la pellejería y del rechazo a la autovía por Jove, etcétera.

César Morán supo descender a la esencia humilde del barrio obrero y reivindicativo y convivir con él sin sentirse incomodo por retratar lo visible e invisible de las complejidades materiales y humanas como registro de la historia manifiestamente perdurable. Sacó a relucir el ADN de los barrios de la zona oeste gijonesa como sucesos reales de conjunto. A todo ello supo responder para sacar lo mejor de sí mismo con el manejo impecable de la herramienta de trabajo, su cámara de fotos, a la que se aferraba moviéndose de un lugar a otro como buhonero-ambulante. Quizás, dejándose guiar por el precepto moral de conducta a seguir de Franz Kafka: “Cualquiera que conserve la capacidad de ver belleza no envejece”.

Siguiendo el refrán de que una imagen vale más que mil palabras y teniendo en cuenta que las imagines fotográficas de la obra completa de César Morán son miles se evitaría un ahorro importantísimo de palabras si hubiese que narrarlas. Los grandes tomos de las enciclopedias y obras clásicas del volumen de Guerra y Paz de León Tolstoi, por ejemplo, quedarían reducidas a minitomos y a minivolumenes.

Difícilmente se encontrará algún vecino de aquella época que no deje constancia de su paso por Foto César y haberse sometido al ojo obturador de la cámara.

Una historia que tuvo comienzo y cierre en La Calzada merece darle continuismo apropiado en La Calzada con el nombre de una calle dedicada a César Morán para que pase a formar parte de la historia de la que ya forman otros prohombres del barrio que gozaron de gran consideración y con los que compartió espacio generacional. Gentes que en su condición de humildes son los verdaderos protagonistas de la historia del barrio de La Calzada y sus distintas transformaciones, por tanto, deben ser los destinatarios principales de cualquier reconocimiento popular.

Finalizo recordando el canto del músico cubano Silvio Rodríguez en referencia a los ciudadanos anónimos “los hombres sin historia son historia”.

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