El zasca de un hostelero de Gijón a un cliente: "Viene usted a dinamitar nuestro trabajo; tiene un alma pésima"
Una hamburguesa y unas verduras, el menú de la discusión

María González Falcó
B. Z. C.
Cada día resulta más frecuente encontrarse encontronazos entre hosteleros y presuntos clientes insatisfechos. Lo que no es tan habitual es que las respuestas de los empresarios sean tan contundentes que desmonten por completo los argumentos del comensal. Eso es lo que ha pasado en un bar de Gijón.
La disputa empezó con una mala crítica del comensal. Fue la siguiente: "Pasamos por casualidad y maldita la gracia. Pedimos la hamburguesa de buey, que se masticaba goma de mascar. Se quedó entera, igual que las verduras orientales, mazacote de verduras en sartén. Lo intentamos arreglar con una ensalada de lechuga, cebolla y tomate. Lo único bueno, la decoración y el servicio del camarero que nos atendió. No se os ocurra pasar por aquí. Si queréis comer mejor, tenéis más abajo un burger y una pizzería".
La contestación del hostelero no se hizo esperar: "La soberbia es uno de los siete pecados capitales que se refiere al individuo que se cree superior al resto y se vanagloria de ello. Pretender que los demás hagan lo que uno desea, entra dentro de un concepto pretencioso, vanidoso y soberbio. Seis años de trayectoria, una media de trece puestos de trabajo indefinidos en plantilla, un considerable volumen de negocio, y usted pretende de la manera más frívola e inconsciente y simplemente por una sola mala experiencia, dinamitarlo".
La cosa no quedó aquí: "Afortunadamente, hoy en día las personas somos soberanas y decidimos por nosotros mismos. Y, seguramente, las decenas de cientos de clientes que desde hace seis años agradecen nuestro esfuerzo, trabajo y honestidad, se sentirán insultados con esa sugerencia casi imperativa de no se os ocurra pasar. Ante semejante comentario, sólo se me ocurre replicar con un titular similar al suyo: "Bonita presencia, pésima alma".
Las discusiones entre clientes y hosteleros en la red son de lo más habituales en internet. Si bien, no son pocos los empresarios que se quejan y piden más control a las plataformas en las que se vierten los comentarios. ¿El motivo? Muchos sospechan que, en ocasiones, estas críticas no son reales. Que en la mayoría de los casos se deben a un cliente que, por un motivo u otro, decide crear varios perfiles falsos para efectuar una crítica; o incluso de la competencia, para tratar de hundir a sus competidores.
Este argumento no es baladí, pues cada vez son más los clientes que eligen un establecimiento en función de la valoración que hagan los clientes de él.
Una de las peticiones de los hosteleros a estas plataformas o redes sociales es que exijan una prueba de compra, como pudiese ser un ticket, para verificar que, efectivamente, la persona que pone una calificación ha consumido en el establecimiento.
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