Hablan los vecinos del barrio del "boom" inmobiliario de Gijón: "No se ve ni un anuncio"

Cada vez más gente quiere vivir en Moreda; y, cada vez, es más difícil. La tensión del parque inmobiliario en la zona, como publicó LA NUEVA ESPAÑA, se acusa desde hace tiempo: la retroalimentación entre una oferta de vivienda limitada y la creciente demanda provoca que hacerse con un techo en el barrio sea casi misión imposible. "Antes se veían bastantes, pero últimamente no se ve ni un anuncio en las ventanas", declaran los vecinos de la zona consultados por este diario, que añaden que los pisos "vuelan" apenas salen publicitados para su venta o alquiler. A su vez, la tendencia que siguen los propietarios de la zona, edificada principalmente durante los años 90, es la de retener unas residencias que se revalorizan a buen ritmo –como Gijón en general– en vez de sacarlos a la venta en este momento. Otra forma de conservar los inmuebles es legarlos a los descendientes, lo que propicia que los pocos nuevos vecinos que recibe el barrio sean mayormente descendientes o familiares de los dueños originales.

Una de las que defiende la tesis de que la gente "no suelta los pisos", y con buena base, ya que lleva en el barrio cuarenta años, es María Roberta Vázquez. "Cuando sale cualquier cosa, dura nada y salen a cuentagotas", afirma la mujer. Recuerda que cuando ella llegó al barrio, levantado sobre los antiguos terrenos de la Sociedad de las Minas y Fábricas de Moreda y Gijón, los precios eran "razonables": su vivienda costó unos doce millones de las antiguas pesetas, 72.000 euros al cambio. Un piso de tres habitaciones, con garaje y trastero. Algunos, de cooperativas; otros, vivienda libre.

Precios "disparados"

Poco a poco, la nueva obra levantada, ya que el espacio disponible se urbanizó en unos pocos años, "se disparó" hasta duplicar dicha cifra en los compases del "boom" de la construcción, en 2008. Hace poco tiempo, una vecina suya vendió su piso por 180.000 euros en las inmediaciones de la plaza de La Habana.

Yolanda Fernández es otra veterana, llegó a Moreda en 1996 desde el barrio de Pumarín, cuando en el área, hoy con todos los servicios, no había más que "un socavón". "Ahora cambió todo mucho y estamos cerca de todo", dice Fernández, que pasea a sus perros junto con otra vecina, Alejandra Aparicio. De aquellas, la vivienda en el barrio era lo "más accesible" económicamente para los jóvenes gijoneses. Aquella juventud hoy son su generación, que son los que legan o conservan los pisos para legar o alquilar a unos precios medios que ya están en torno a los 800 euros mensuales. "Está todo carísimo", agrega.

Precisamente, esos precios asequibles que han desaparecido impiden actualmente acceder a un hogar a jóvenes oriundos del barrio. Es el caso del hijo de Enrique Ruiz, vocal de la Asociación Vecinal de Moreda. Su hijo intentó independizarse en la misma zona en la que creció, pero las rentas prohibitivas hicieron que sus derroteros se encaminasen a Nuevo Roces, donde la mensualidad es más baja.

"Se paga mucho la zona ahora –explica Ruiz–, porque antes de la crisis había apartamentos a punta pala". El hombre recuerda también que hace treinta años aquello era una "ciudad dormitorio". "No había nada, solo cuatro bares, y fue ganando vida y teniendo actividad", asegura, sobre un barrio que, en 2025, es de los más equilibrados en calidad de vida-precio en Gijón y que ya aglutina a unos 2.500 habitantes.

Raúl Aranda, que vive alquilado en el barrio de Moreda, es un defensor a ultranza de la vivienda asequible para todos, especialmente la juventud. Carga especialmente contra los bancos, que tienen "mucha vivienda parada", lo cual "encarece" la zona. Llegó desde Contrueces hace tres años con su esposa. El matrimonio eligió Moreda porque les pareció "muy bonito" y la renta, de aquellas, "era más barata", por lo que aprovecharon una oportunidad que les salió y que, tal como está la cuestión, es difícil que surja en estos momentos los interesados en residir en el área.

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