Opinión
Santa Bárbara, barrio de poesía
Nacer bajo la advocación de una industria y generación con tantos nacimientos no es casualidad. Es el año 1955 cuando surge este poblado en el extrarradio de Gijón, que hasta los servicios básicos tardaron en llegar. Quiso la industria Fábrica de Moreda parear los hogares de sus productores dotando a Gijón de un barrio que es más puebla como de las de Alfonso X sin carta, pero por derecho.
Apenas rural y ricas praderías, colinda Santa Bárbara con un predio amurallado del marquesado de Tremañes, notorio de casa y solar conocido de armas pintar; el barrio tiene su señorío por muy proletario que surgiera. Santa Bárbara debería declararse bien de interés industrial, rozando la excelencia de estar su perímetro entre murias que algún muro conserva. Tiene al "Pilón" por río y comparte trayecto en vía férrea carbonífera. Su fuente de mortero surtió romana a Fortuna Balnearia, un ara ahí descubierta.
Santa Bárbara es una ciudadela, sucesión de calles que respira poesía por sus cuatro costados, la Generación del 27. Recorriendo este oasis de propiedad horizontal, sin alturas que destaquen, se adentra el peregrino a la ruta verde de La Camocha enfocando su principal avenida, la calle Jorge Guillén.
Estos días su "calle Corrida" adorna con preciosos motivos recreando un cuento de navidad. En cada cruce versa Aleixandre, Espina, Cernuda, Salinas hasta Lorca, Alberti y Miguel Hernández regalando calma al barrio obrero. Mientras otras construcciones se levantan altivas, Santa Bárbara custodia su propia torre de tres ventanas resistiéndose la mártir a las alturas. Los poetas Dámaso y Teresa de León dotan al barrio de todo un poenímico callejero haciendo a esta población única, sin más pretensión que la buena vecindad, como la de antaño de puerta con puerta.
Siendo el barrio más pequeño, es a la vez el más grande de Gijón. Embebido en su propia iglesia tienen a mano a San Juan Bautista. Sustentan ambos, Bárbara y Juan, el santoral cultural del obrero frente a naves industriales de quita y pon, su identidad industrial.
Su último vestigio fue la industria Bulnes S.A. más tarde Armstrong, desposeyó de empleo a una población tan singular y estoica, como mostró hasta el final para preservar a Tenneco Automotive última razón. Hoy la sede se muestra desvencijada sin pinta de que la rehabiliten.
Siempre nos quedará la poesía generación del 27 y del 55, año que la Sociedad Industrial Santa Bárbara dio patronímico y singularidad a este barrio ejemplar.
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