Opinión
Rodolfo Alonso Astoreca, persona adoptiva de La Calzada
Un persona comprometida
“Morir no es tan grave cuando un hombre ha cumplido su misión histórica. Somos lo que hemos hecho”. Esta frase de León Trotsky de seguro que puede aplicarse a muchísima gente cumplidora con la misión con la que se comprometió a lo largo de su vida y que al fallecer seguía agarrado aún a ella.
Aunque, para la gran mayoría sea un perfecto desconocido, Rodolfo Alonso Astoreca se ha ganado a pulso formar parte de esa larga lista de personas comprometidas hasta el final de sus días. Fue de la clase de persona que huyó de la primera fila. Que pasó por la vida sin ruido mirando humildemente al suelo para evitar, como solía decir, el incordio del tropezón como vocablo a aplicar a la persona que molesta por sus ideas y forma de hacer. De tropiezos Rodolfo sabía un montón a consecuencia del estado convulso de agitación, desorden y desesperación que le generó la dictadura de Franco dejándole marcas en la piel.
Astoreca se sometió a la cuestión de confianza de los asiduos y relevantes ateneístas, del asociacionismo cultural y vecinal y de la población generacional del barrio de La Calzada, los cuales, reconocido su talento lo elevaron a la consideración de persona adoptiva por su contribución didáctica al Ateneo Obrero de La Calzada que, como todos los ateneos, querían realmente transformar la sociedad abriendo al máximo el abanico de la enseñanza hacia las clases más desprotegidas socialmente. Independientemente de su valía y de su humanismo, Rodolfo también se vio compensado con la amistad de destacados dirigentes y hombres fieles al barrio de La Calzada como: Manuel Hevia Carriles, Manuel Ángel González, José Borbolla, Severino Arias, Emilio Miranda, Luis Quirós, etcétera, que junto a él cumplieron en todo momento con los deberes de solidaridad y compañerismo que marcaron el camino por el que posteriormente transitará el movimiento asociativo y vecinal.
Marcó impronta por ser persona que siempre tenía una tarea que hacer, se concentraba de tal manera en lo que hacía, en lo que acontecía, que las personas de su entorno terminaban por dar el paso y vincularse seriamente con la tarea o acción que hubiese emprendido.
Lo que transcendió su compromiso, inteligencia, datos y estudios técnicos en todo lo relacionado con el rechazo a la Ronda Oeste por Jove (vial de Jove) difícilmente se puede pagar por la transcendencia que tuvo. Sus datos de riguroso estudio y análisis científicos (dureza y resistencia de la roca de la Campa de Torres) desarboló la teoría de los ingenieros del proyecto desmontándole uno a uno los argumentos que exponían para rehuir la construcción del túnel en conexión con el Puerto. Aún tengo fresco en la memoria aquella mañana dominguera y veraniega recorriendo los dos la falda de la montaña de la Campa Torres -que mira hacia Aboño- recogiendo extractos de roca para la certificación del citado análisis -qué por cierto abonó él-.
Demostró con aportación documental el interés encubierto político-social para la construcción de una macrodepuradora (convergencia cuencas Oeste y Este) en terrenos de La Figar en Jove cuando en el Plan de Saneamiento Integral de Gijón (PSI) había una reserva de 10 Ha. para construir la depuradora de la cuenca Este detrás del recinto de la feria de muestras y que tanto revuelo causó en los vecinos distinguidos de esa zona que iniciaron un proceso judicializado de largo recorrido que dio lugar a retrasar varias décadas el inicio oficial de funcionamiento de la depuradora configurada para la zona Este.
La espiral que se originó alrededor de este punto supuso la sucesión de acontecimientos jurídicos, administrativos y políticos sustentados en incumplimientos reiterativos de plazos por el vertido de las aguas residuales sin depurar a la mar contraviniendo la Directriz 91/271/ CEE , por lo qué, los sufridos contribuyentes gijoneses tuvimos que pagar durante dichas décadas cientos de miles de euros de multa. El final de tanto despropósito está aún fresco en la memoria colectiva ciudadana.
El Colectivo por la defensa del valle de Jove, miembros de la plataforma Pro dos Depuradoras y de manera exponencial la población de la zona oeste de Gijón estaremos siempre en deuda con su persona por el bien común que aportó al barrio desde el inicio de su comparecencia por el viejo Ateneo hasta la fecha, distante ya, de su triste fallecimiento.
Rodolfo Astoreca a lo largo de su vida, en unión de su mujer Ana Mari, mantenía que, aunque el ser humano diese la impresión de caminar solo -como él- siempre camina acompañado de una multitud con disposición a juzgar permanentemente sus actos sean estos venerables o reprochables. Con arreglo al concepto del juicio a la persona desde su punto de vista materialista aplicaba una máxima: Nacemos sin traer nada y morimos sin llevarnos nada, pero en el intervalo de la vida peleamos por lo que no trajimos y por lo que no nos llevamos. El nada de la nada para mí, el máximo de la nada para la sociedad.
La bibliografía de Rodolfo Alonso Astoreca es muy amplia y diversa, da para un tomo, pero como es obvio la resumiré. Como ya referí anteriormente estuvo convulsionada desde su adolescencia por la guerra civil. Nace en Puerto Chico, un barrio de pescadores en Santander. A los 9 años sus padres de origen republicano lo meten en un tren junto a sus cuatro hermanos que los traen a El Musel y de allí un barco ingles los traslada a Francia en donde Rodolfo permaneció cuatro años en la ciudad de Burdeos alejado de sus hermanos. En su regreso a España con 14 años le cuesta encontrar respuesta a tanta influencia propagandística del régimen sin ser contradicha generalmente por nadie.
Al cumplir la veintena se da cuenta que lo único que valía la pena y, por tanto, mérito, era tener un sentido de la justicia social en la vida, dando por bueno, que debe encadenarse a ese propósito. Los que lo conocimos damos fe de que nunca se desenganchó de ese objetivo.
Le costó mucho encontrar trabajo, lo logró, aunque por poco tiempo en la mina y en algún que otro ámbito laboral. Tuvo que compaginar trabajo y estudios hasta hacerse con la titulación de Perito Industrial en Gijón. Para entonces su vinculación sociopolítica y transcendente eran la HOAC y la clase obrera. Persona muy capacitada para la enseñanza ejerció de profesor en la Universidad Laboral hasta que fue despedido por hablar en representación del colectivo en un acto celebrado en el cine de Los Campos Elíseos de Gijón en un 1º de mayo de 1961. Al día siguiente el rector de la Universidad siguiendo las directrices del Ministro de turno lo despidió.
Poco después el director del Astillero Juliana, que lo conoce bien y sabedor de lo que había pasado, lo admite en la empresa ubicándolo en la oficina técnica. A pesar de que en el año de 1962 se solidariza y secunda la huelga de los mineros, en esta ocasión, no es despedido, solo recibe la bronca del subdirector de la empresa. Los últimos años de su relación laboral -previa a la jubilación- la ejerce como técnico en la Junta de Obras del Puerto, hoy, Autoridad Portuaria.
Como él mismo reconoció; en la etapa democrática tuvo la suerte de conocer a gente luchadora, comunistas, socialistas, cristianos de base, que influyeron mucho para su integración en el barrio de La Calzada con el fin de salvaguardar los intereses de la gente. En ese sentido fue ejemplo en reconocer la calidad humana, hermandad y sacrificio de los compañeros con los que trabajó codo con codo en La Calzada, libres del sometimiento a presiones políticas o de cualquier otro tipo que creyeron siempre en él. También tuvo presente en su recuerdo el sacrificio e influencia de la lucha de la mujer, siempre valientes, sacrificadas y generosas con la lucha obrera singular del barrio.
He creído justo y necesario rescatarlo del lugar en que pueda encontrarse Rodolfo Alonso Astoreca y traerlo a esta página ya que hombres de su talla y calidad humana que tanto hayan hecho por los demás y tan comprometido con el barrio de La Calzada difícilmente se encuentran.
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