Opinión

Barbón pone en marcha el cerco a Gijón

Estén atentos a la secuencia:

El pasado 12 de diciembre, el Ayuntamiento de Gijón y la Autoridad Portuaria, presidida entonces por Laureano Lourido, firmaban la venta de los terrenos de titularidad portuaria del antiguo astillero de Naval Gijón al Consistorio para el futuro desarrollo de Naval Azul. Ese mismo día, y también como parte del acuerdo, la Autoridad Portuaria se comprometió a la cesión de la franja costera de los mismos terrenos al Ayuntamiento para ejecutar el paseo marítimo que conectará las playas de Poniente y El Arbeyal y que servirá para recuperar para el disfrute de todos los gijoneses la fachada marítima del barrio del Natahoyo. Un proyecto que desde el Ayuntamiento queremos poner en marcha a la mayor brevedad posible y para el cual en los presupuestos de este año 2025 ya se reserva una partida de 600.000 euros.

Pero, apenas un mes y medio después, el 7 de febrero, el Consejo de Gobierno del Principado de Asturias, presidido por Adrián Barbón, cesaba de forma fulminante a Laureano Lourido como presidente de la Autoridad Portuaria de Gijón, para nombrar, con carácter inmediato, a Nieves Roqueñí, –hasta entonces la Consejera de Transición Ecológica, Industria y Comercio del propio Barbón–, como presidenta. En una decisión cuanto menos sorprendente. Pero cuyo trasfondo floreció el pasado 16 de marzo, cuando la nueva dirección de la Autoridad Portuaria hizo pública su intención de no ceder los terrenos de la franja litoral al Ayuntamiento, –trasgrediendo el acuerdo alcanzado–, para, dicen, asumir en primera persona la urbanización de estos espacios.

Ello pese a que tanto la Autoridad Portuaria como los socialistas gijoneses y asturianos saben perfectamente que la primera implicación de esta decisión de dudosa legalidad es que el inicio de las obras pasaría a retrasarse como mínimo hasta la próxima legislatura. Un completo disparate cuya única finalidad, resulta evidente, es torpedear con Roqueñí como comisaria política en el Puerto, los planes del actual Gobierno municipal perjudicando con ello a consciencia a todos los vecinos de Gijón.

Pero esto no es ni mucho menos un hecho aislado. Puesto que a lo largo de las últimas semanas el Gobierno del Principado ha activado también todas sus terminales, con el consejero Guillermo Peláez a la cabeza, para propiciar un clima hostil en Asturias contra el anunciado desembarco en nuestra ciudad de la Universidad Europea. Lo cual es de una irresponsabilidad absoluta. Porque anteponer componendas políticas a un proyecto que, de materializarse como está previsto, supondrá para Gijón una inversión directa superior a los 30 millones de euros, un nuevo campus universitario para más de 3.500 alumnos y en torno a 400 puestos de trabajo altamente cualificados, es de no tener ningún tipo de escrúpulo político. Y estamos seguros, además, de que así lo valoran una gran mayoría de gijoneses, muchos de ellos de izquierdas, que consideran un éxito el que Gijón se sume a Madrid, Lisboa, Valencia o Málaga como ciudades sede de la Universidad Europea. Y que saben perfectamente que la implantación de universidades privadas en Asturias es una gran oportunidad para complementar nuestra oferta educativa pública y para garantizar una sana competencia entre pública y privada que, con seguridad, contribuirá a la mejora de la calidad educativa.

Pero, en definitiva, las intenciones de nuevo están claras y prepárense y preparémonos porque esto no va a cesar. Desde el PSOE saben perfectamente que sus últimos cuatro años al frente del Ayuntamiento, con Ana González como regidora, fueron un desastre sin paliativos y que continúan aún hoy sin ningún tipo de pulso a nivel municipal.

Que el escarnio al que el Gobierno de Pedro Sánchez somete a Gijón –Plan de Vías, Alta Velocidad entre Pola de Lena y Gijón, Vial de Jove o Autopista del Mar– resulta indisimulable incluso para sus más acólitos. O que la gestión de los proyectos que dependen del Ejecutivo autonómico está también haciendo aguas. Con una ZALIA que no termina de despegar o con la auténtica odisea –una más– en que se están convirtiendo las obras de ampliación del hospital de Cabueñes. Y, precisamente por ello, es evidente que Adrián Barbón, que empieza a ver que si no se produce una reacción, su derrota en 2027 frente a Álvaro Queipo será inevitable, ha ordenado, con el futuro y el progreso de nuestra ciudad como rehenes, el cerco a Gijón.

En adelante, no les quepa duda, todo proyecto impulsado por el Gobierno local que sea bueno para la ciudad, será torpedeado sin disimulo. Porque aquí, más que en cualquier otro lugar de nuestra geografía, el PSOE se está jugando su futuro autonómico. Desde el Partido Popular, con Ángela Pumariega al frente, les podemos garantizar que seguiremos trabajando, como hasta ahora, por Gijón, todos los días hasta el final de la legislatura, para que no logren su objetivo.

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