Opinión

Por un impulso vecinal en Gijón

La renovación de las asociaciones vecinales vuelve a constatar lo difícil que resulta encontrar a jóvenes que estén dispuestos a asumir ese reto. Con las excepciones de barrios y parroquias como (por citar unos ejemplos) Cimavilla, El Coto, Nuevo Roces, San Andrés de los Tacones o Vega, la mayoría de los colectivos cuentan con veteranos y veteranas en sus filas que se siguen desviviendo con envidiable entrega. Esta misma semana, Álvaro Tuero, a sus 81 años, se ha vuelto a postular para continuar al frente de la "Atalía" de El Natahoyo, una asociación en la que tomó las riendas en 1997. Florencio Martín, "Floro", con dos décadas a sus espaldas liderando a los vecinos de Laviada, acaba de iniciar un nuevo mandato a sus 75 años. Y en enero, Soledad Lafuente se mantuvo al frente de la asociación San Julián de Somió, como desde 1999, porque nadie dio el paso para tomar el testigo.

Unos y otros comparten la vocación de servicio y su espíritu joven para seguir mejorando el día a día de sus convecinos. Aunque los problemas y necesidades de cada barrio o parroquia son distintos –como así se revela en la serie vecinal que cada lunes publica LA NUEVA ESPAÑA– el objetivo es el mismo: servir de altavoz para que las cosas mejoren. Un esfuerzo que llevan a cabo desinteresadamente y a costa de su tiempo libre. Pero también comparten el mismo diagnóstico. Cuesta mucho que los jóvenes se involucren en la actividad vecinal.

Por historia, por tradición y por la chispa que aportan a la ciudad las asociaciones vecinales no pueden perderse por falta de relevo generacional. Gijón hoy en día no se entendería sin esos rostros vecinales. No son sólo los cursos, talleres, labores de asesoramiento y actividades que se llevan a cabo, son también las voces que instan a los gobernantes de cualquier administración a solucionar los problemas y necesidades colectivos para hacer una mejor ciudad. Barrio a barrio. Parroquia a parroquia. Por eso resulta imprescindible impulsar desde todos lados ese relevo generacional que permita a Gijón mantener sus señas de identidad.

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