Opinión

Naval Azul: tablero político

La reciente polémica en torno al proyecto de Naval Azul en Gijón vuelve a poner de manifiesto cómo los intereses partidistas pueden condicionar decisiones estratégicas que afectan directamente al futuro de la ciudad. Lo que parecía un acuerdo institucional sólido –avalado por años de trabajo técnico, informes jurídicos y el respaldo de diferentes órganos– se ha convertido, de nuevo, en un asunto sometido a la tensión política.

La venta de 35.000 metros cuadrados y la cesión gratuita de otros 3.800, en una zona históricamente degradada como la de Naval Gijón, suponía un paso firme hacia la regeneración urbana de la zona oeste. Un proyecto que respondía a una visión compartida de abrir Gijón al mar con criterios culturales, sociales y urbanísticos. Que ese horizonte vuelva ahora a tambalearse por un cambio de criterio institucional resulta profundamente decepcionante.

¿Qué ha cambiado entre la firma de los documentos y las declaraciones actuales? ¿Qué justifica poner en duda una operación que ya contaba con respaldo legal y técnico? Es legítimo revisar procesos, pero no es aceptable deshacer acuerdos de esta envergadura sin una explicación clara ni una alternativa concreta. Todo apunta a una maniobra electoralista que desautoriza la institucionalidad y frustra una vez más las legítimas expectativas de quienes vivimos en esta ciudad.

No escribo desde ninguna trinchera ideológica. Es precisamente desde esta independencia desde donde hablo, porque no creo que Gijón deba perder oportunidades por cálculos electorales ni por pulsos entre instituciones. En mi casa siempre se dijo que lo que está en los papeles va a misa. No puede ser que, por intereses partidistas, se paralicen procesos que ya están en marcha, bajo el pretexto de querer "hacerlo mejor".

La ciudadanía necesita estabilidad, transparencia y visión de futuro. Naval Azul representa una oportunidad real para una parte olvidada de la ciudad y no se trata de quién lo impulsa o bajo qué bandera se presenta el proyecto. Se trata de hacerlo posible, y de no torpedear desde dentro algo que ya estaba en marcha.

Como gijonesa, reclamo responsabilidad. Es hora de exigir respeto por lo pactado, altura de miras y una política centrada en las personas, no en los titulares.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents