Opinión
Por el acuerdo en Naval Gijón
Justo cuando el nuevo Papa lanzaba al mundo entero un mensaje de paz y diálogo, el Ayuntamiento y la Autoridad Portuaria de Gijón parecen abocados a la guerra, con los terrenos del antiguo astillero de Naval Gijón como campo de batalla. En concreto, una franja de 3.800 metros cuadrados que ahora se disputan foristas y socialistas ante la incrédula mirada de los ciudadanos. Los gijoneses temen una vez más que un gran proyecto, transformador de la ciudad, se vea frustrado (o retrasado en el mejor de los casos) por cuitas políticas que se sintetizan en ver quién corta la cinta de su inauguración antes de las elecciones municipales de 2027. Si el entendimiento siempre es el mejor camino para avanzar, en este caso todavía se hace más evidente que bajar las espadas y tender puentes es la vía preferible.
Las posturas ahora parecen claras e irreconciliables a juzgar por el cruce de comunicados desde la Alcaldía y El Musel en los últimos días, ya con la opción de los Juzgados encima de la mesa. Pero faltan por el camino explicaciones de por qué la situación ha llegado hasta este punto con una operación que parecía cerrada. Todo estaba listo, aplausos de Puertos del Estado y Gobierno de España mediante, como se vio en la Casa Consistorial el día de la firma, tras la entrega del cheque de los 4,6 millones que la Alcaldesa entregó al entonces presidente del Puerto. Un acuerdo, como así se anunció y avaló por parte y parte, que incluía la cesión gratuita de esos 3.800 metros cuadrados a sumar a los 35.000 ya adquiridos.
Todo saltó por los aires con el relevo en el Puerto. Los mismos que en su día auparon a Laureano Lourido optaban por Nieves Roqueñí para abrir una nueva etapa. Un cambio de rumbo, al entender que se había realizado mal la tramitación, que se ha llevado por delante no solo el entendimiento entre instituciones, también buena parte de la confianza de los ciudadanos. Sorprende el silencio del Principado y la Delegación de Gobierno después de sus primeras palmas tras la rúbrica de la venta.
Con la sucesión de acontecimientos puede parecer lógico que la Alcaldesa se sienta engañada con el viraje portuario. También que la dirección de El Musel tenga razones que avalen ese cambio, pero Naval Gijón es tan importante para la ciudad que no debería darse un paso sin ir de la mano del Ayuntamiento. Por el bien de Gijón, convendría evitar que un juzgado resuelva el conflicto. La ciudad no puede salir perdiendo.
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