Opinión | Añoralgias

Sara del barrio

Apura Sara Lolo la última Copa antes de descalzarse los patines, soltar el stick y aparcarlos en un rincón o guardarlos en el armario de los trofeos, suponiendo que allí dentro le quede espacio de almacenaje entre el cargamento de copas y medallas y grandes recuerdos. En Gijón todavía no consta iniciativa en curso para proceder a un cambio de nombre del pabellón de Mata-Jove, con gran economía de medios pues mantendría el nuevo dos palabras y cuatro sílabas, y hasta aprovecharía tres de las ocho letras: Pabellón Municipal de Deportes Sara Lolo, La Calzada.

Otros recintos deportivos locales fueron bautizados o cambiados de nombre con inusitada presteza o criterio discutible, o ambos a la vez; incurriendo en el agravio comparativo o consecuencia de un impulso emocional. Agravio es que a día de hoy no haya nada en Gijón con el nombre de Alberto y Raúl Entrerríos, más allá de la pista del colegio donde los hermanos leyenda del balonmano español empezaron a jugar. Arrebato emocional sería la Corporación municipal reunida de urgencia en sesión plenaria para añadir "Enrique Castro Quini" a El Molinón, al que seguiríamos llamando Molinón a secas aunque el patrocinio publicitario del estadio más antiguo de España lo acabaran vendiendo a una fábrica de blindados anfibios o a una aerolínea saudí. Que al Palacio de Deportes –el que dimos en llamar de La Guía por no mencionar Gijón– le pusieran "Presidente Adolfo Suárez" fue una ocurrencia (o bien se enredaron con lo del "Guía de la Transición"), pues en ese recinto no habrá estado el abulense ni para dar un mitin del CDS. Todo lo contrario que Emilio de Diego o Tino Grana, que nos dejaron sin que les diéramos las más efusivas gracias por aquel milagro del baloncesto, como fruto de la prestidigitación. Lo de Bill McCammon daría más para una serie de Netflix.

El listón emocional lo marca hoy Cote Valdés, recién distinguido como hijo predilecto de Gijón en su retirada del Sporting, lo cual es estupendo (la distinción, no la retirada, que apunta a prematura); como los manolos Jiménez y Mesa, Ciriaco o Churruca podrían ser y no son hijos adoptivos, y ni tienen puerta asignada en El Molinón. De modo que póngase la maquinaria burocrática en marcha y venga ese Mata-Jove para la doctora González Lolo, Saritísima de Gijón. Capitana "one club woman" con veinte años de servicio en el excelso Solimar Hockey Club. Su equipo, su gente… y el poderoso imperio del hockey catalán flipando otra vez en colores.

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