Opinión

Arcano negro carbón

Piedras de carbón recogidas en San Lorenzo forman parte del paisaje rocoso de mi belén navideño. Con su pequeño tamaño redondeado y destellos azul petróleo, me ayudan en la transición entre el pesebre y el resto de la composición, para acentuar la idea de distancia entre el elemento central, bajo la estrella de Oriente, y el flujo de figuras en peregrinaje, lideradas por los tres Reyes Magos. Maderas a la deriva abandonadas por el mar en el arenal gijonés hacen de cordillera. Hay más piedras de muy diversa procedencia, pero mi belén es marcadamente marino y gijonés. Es decir, hay piezas para la controversia.

Porque he de inferir que si el Instituto de Ciencias y Tecnología del Carbono, por un lado, y por otro, la Universidad de Oviedo junto con Asesoría Geológica GEA, analizasen el carbón de mi belén, llegarían a conclusiones distintas sobre su origen. El primero lo situaría en El Musel y la segunda en el depósito submarino de casi 100.000 toneladas de mineral como consecuencia del naufragio del "Castillo de Salas", del cual hará enseguida cuatro décadas.

De tener que darle la razón a alguien por puro sentido común, me inclino por quienes apuntan al terrorífico embarrancamiento frente al Cerro de Santa Catalina, cuya contemplación nos estremeció aquel invierno frío y lluvioso, de los de antes. Guardo en la retina al coloso sucumbiendo entre el oleaje. Y las mareas negras que llegaron después. Trato de evocar el arenal de San Lorenzo antes de la tragedia y yo juraría que no hubiera podido recolectar para mi belén más que maderas.

El Ayuntamiento, sin embargo, da más crédito al estudio del Instituto de Ciencias y Tecnología del Carbono, tal vez porque el otro se realizó a instancias de El Musel y es precisamente el que lo exonera de cualquier responsabilidad.

Sea como fuere, como la buena praxis científica en ambos casos no puede ni debe dudarse, tal vez haya simplemente que sumar conclusiones y deducir que hay que actuar sobre lo que se pueda: pecio y muelles comerciales. A ver si así rebajamos y hasta eliminamos mareas de carbón sobre San Lorenzo. Porque comienza una nueva temporada de baños y el mineral sigue llegando, tenaz, a la orilla del arenal urbano por excelencia. Ni Arbeyal ni Poniente sufren este problema.

Francamente, ignoro si es posible recuperar todo o parte de las miles de toneladas de carbón del "Castillo de Salas" que reposan frente a nuestra bahía. Tal vez pueda plantearse alguna acción al respecto. Y, de forma complementaria, dotar de mayor seguridad la actividad granelera en el puerto gijonés. Tal vez nunca resolvamos el misterio del carbón de San Lorenzo pero sería más fácil especular sobre nuestro viejo arcano paseando con los pies descalzos sobre una orilla limpia.

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