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Opinión

El déficit de enfermeras en Gijón y Asturias: una realidad que exige soluciones

Como enfermero y profesional del sistema sanitario asturiano, observo con preocupación el déficit creciente de enfermeras en Gijón y en el conjunto de Asturias. Esta carencia no solo puede repercutir en la calidad asistencial que podemos ofrecer, sino también en la sostenibilidad de un sistema sanitario público que afronta una situación demográfica complicada: muchas enfermeras se acercan a la jubilación y el recambio generacional avanza demasiado despacio.

Durante años, la formación universitaria pública ha sido la columna vertebral de nuestra profesión. La Universidad de Oviedo ha formado a generaciones de enfermeras que hoy sostienen los hospitales, centros de salud y residencias de toda la comunidad. Su compromiso con la calidad académica, la investigación y los valores del servicio público es incuestionable. Por eso, defiendo firmemente el Grado en Enfermería impartido por la Universidad de Oviedo, especialmente en Gijón, donde la demanda social y sanitaria es evidente.

Sin embargo, la realidad actual nos obliga a ser pragmáticos. Asturias necesita más enfermeras, y las necesita pronto. La incorporación de la Universidad Europea en Gijón para impartir el Grado en Enfermería puede ser una oportunidad que, bien gestionada, contribuya a paliar el déficit de profesionales que padecemos. No se trata de ver la educación privada como una amenaza, sino como un complemento dentro de un marco regulado que garantice la calidad formativa y la ética profesional.

El acceso a la formación en enfermería no debería verse limitado por la escasez de plazas públicas ni por el azar de una nota de corte. En un contexto en el que las jubilaciones se multiplican y las listas de espera se alargan, necesitamos facilitar el relevo generacional. Cada enfermera formada en Gijón —sea en la pública o en la privada— es una inversión en salud, en bienestar y en cohesión social.

Eso sí, la apertura a universidades privadas debe ir acompañada de una vigilancia rigurosa sobre los estándares de formación, las prácticas clínicas y la inserción laboral. No podemos permitir que la necesidad se convierta en negocio sin compromiso con la calidad y la vocación de servicio.

Asturias necesita políticas sanitarias y educativas valientes. Apostar por más plazas en la universidad pública y, al mismo tiempo, dar la bienvenida a iniciativas académicas que sumen, es una posición sensata. Porque lo verdaderamente urgente no es quién forma a las enfermeras, sino que las haya: preparadas, motivadas y suficientes para cuidar de todos nosotros.

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