No era un concierto, era una fiesta. Una cita ineludible para la multitud de seguidores que acompañaron a "Redd Kross" y "Bum!" en su paso por la ciudad. En la tarde-noche del pasado jueves los alrededores de la sala Acapulco se iban llenando de treintañeros que se preparaban para rememorar tiempos pretéritos. Dos bandas míticas del "power pop" llegaban a la ciudad para ofrecer dos conciertos vibrantes, cargados de energía. Y, aunque se hicieron esperar, una vez en el escenario no defraudaron.
Los primeros acordes de "Bum!" acompañaron la entrada a la sala de una multitud que, poco a poco, fue encontrando su sitio. Desde el primer tema la máxima era la energía; un pop con protagonismo de guitarras y, sobre todo, del bajo que parecía admitir cualquier cosa sin miedo a perder estabilidad y contundencia. Canciones de tres minutos (a lo sumo), velocidad y armonías sencillas sobre las que las voces se deslizaban con comodidad. Y a todo esto hay que sumar la descarga de decibelios que hacían vibrar literalmente la sala. La actitud del público podemos decir que fue generacional: mirada al frente y apenas unos leves movimientos de cabeza, como en los conciertos de "noise" de los años noventa.
Los brazos arriba comenzaron a aparecer con los primeros temas de "Redd Kross". Tras una pausa demasiado larga para el cambio de escenario, los californianos se desquitaron con un sonido lleno, arrollador, y con un tren que hacían caminar las canciones de forma natural. Temas rápidos y al mismo tiempo tirados hacia atrás, una mezcla que los grupos estadounidenses parecen llevar en la sangre. Lástima que las voces quedaran algo escondidas en la mezcla de sonido pero, así y todo, el resultado era espectacular. La noche fue larga, al igual que el repertorio, que se cerró definitivamente con la versión de "Deuce" de los Kiss. El combo "Bum!" y "Redd Kross" fue todo un acierto, y una experiencia memorable para los que allí se congregaron.