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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Polémica artificial

Unos píos ciudadanos gijoneses reclaman a los Jesuitas un Cristo y un sagrario

Está pasando una cosa muy curiosa con un sagrario y un Cristo. Estaban instalados en la Iglesiona de la calle de Jovellanos, ahora pomposamente denominada basílica del Sagrado Corazón. La Iglesiona se terminó de construir en los años veinte del siglo XX para los Jesuitas y, gracias a donaciones de pías personas, se fabricó un vistoso sagrario y un Cristo que quedaron instalados en el templo, una construcción que junto a la anexa residencia sufrió varios avatares. Y así hasta los años noventa del XX en que los Jesuitas enajenaron templo y residencia a favor del arzobispado ovetense. En el documento firmado ante notario, figuraban los bienes inmuebles y muebles que los hijos de san Ignacio cedían y aquellos otros con los que se quedaban, entre estos últimos Cristo y sagrario que se marcharon junto a los curas en busca de mejor destino.

La Iglesiona fue cedida con una grieta en su estructura y, para obtener fondos, el ahora cardenal Osoro, entonces arzobispo de Oviedo pidió entre otros ayuda a Francisco Álvarez-Cascos, a la sazón ministro de Fomento, que se mostró dispuesto a colaborar. Para ello, echó mano de la figura del 1% cultural, juna figura legal que obligaba a invertir en materia de cultura, muy variada y de amplio espectro, el importe de toda obra pública. Pero había un impedimento: para poder aplicar tal tipo de fondos a un templo, este tenía que tener, al menos, categoría basilical. Y el arzobispo Osoro revolvió lo suyo en Roma y consiguió el título para el gijonés templo de la calle de Jovellanos. Comenzaron las obras, contúvose la grieta y restaurose el resto de la Iglesiona.

Han pasado los años y estas semanas un grupo de al parecer pías personas, pero muy equivocadas, exigen que los Jesuitas devuelvan Cristo y sagrario que, por el momento, están en otro templo jesuítico en Burgos. Cuando alguien explica muy bien las cosas, no hace falta ser original. Cito aquí a Ignacio García-Arango Cienfuegos-Jovellanos, presidente de la fundación Foro Jovellanos que, al hilo del asunto, ha argumentado en una red social lo siguiente: "No confundamos los sentimientos con la razón. El Cristo de la Paz (de Blay) y el Sagrario no son de 'Gijón', sino de la Compañía de Jesús".

Además cuando la mencionada Compañía cedió la Iglesiona al Obispado se firmó un contrato que debe ser cumplido, no alterado a través de presiones populistas. Y no lo digo porque éste sea un asunto muy especial, en el cual juega mucho papel el corazón, sino porque en un país lo que se firma no se cumple y se intenta cambiar por la fuerza a posteriori, se ha acabado el Estado para entrar en la anarquía. Además si algún día se retrotrajese la propiedad, el dueño no sería 'Gijón', entendido por tal los que pasean por las proximidades de la iglesia, ni siquiera los que contribuyen a su mantenimiento sentándose en sus bancos y aportando calefacción humana. Los dueños serían los que aportaron sus bienes para hacer el sagrario y la imagen."

La Iglesiona es un templo peculiar que no es cabeza de ninguna parroquia, ya que está en territorio de la parroquia de San Pedro, ni, por lo tanto, puede contar "sensu estricto" con feligresía alguna. Puede tener un grupo de fieles aficionados a frecuentarlo y usar de sus servicios religiosos o para organizar sus pías acciones; pero metidos a reivindicadores de bienes presuntamente usurpados, patinan como campeones. Cada cual se entretiene y gasta su tiempo como mejor le apetezca, pero esta cuestión del sagrario y el Cristo que supuestamente han "secuestrado" los Jesuitas es una de las cosas más absurdas e inanes a las que hemos asistido en os últimos meses. ¡Mira que no hay cosas en la que aplicar esfuerzos bienintencionados en esta populosa villa marinera!

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