Todos hemos oído la voz de Chavela Vargas, con ese desgarro cargado de emoción que da a las rancheras una fuerza afectiva más allá de lo que puedan expresar la melodía y la letra. También es popular su fuerte carácter y su vida alejada de convenciones sociales y de arquetipos. Pero, en mayor o menor medida, quienes estuvimos el pasado viernes en el teatro de la Laboral aprendimos algo más de esta cantante mejicana nacida en Costa Rica. La "VI Muestra de Cine Social y Derechos Humanos", que organizan Amnistía Internacional y Acción en Red, le rindió homenaje en esta edición, y el pase del documental "Chavela" (Catherine Gund y Daresha Kyi, 2017) se convirtió en un evento presentado por Sonia Fidalgo que se abrió con la actuación de varios músicos asturianos y reunió a cerca de un millar de espectadores.

La música empezó a sonar con "Buen suceso". En esta ocasión, la voz de Isabel Muñiz estuvo acompañada por Horacio García al contrabajo y José Ramón Feito al teclado. Una versión reducida de esta formación que consiguió darle a la música de Chavela su sello personal. Quedó claro con "Luz de luna", este archiconocido tema que, en manos de "Buen suceso", fue transitando por diferentes aires, desde la ranchera al bolero, con puntuales guiños al tango y, por supuesto, al jazz, especialmente en los solos instrumentales. La voz de Isabel se ajusta perfectamente al repertorio de Chavela; con cuerpo y carácter en tesitura grave y con su capacidad para rasgar fraseos, las melodías tomaron vida debatiéndose entre el aire agresivo y delicado que precisan los diferentes momentos de cada canción.

Silvia Quesada salió acompañada por Alfredo González al teclado y se arrancaron con una versión de "Ojalá que te vaya bonito", que en la voz de Silvia sonó más lírica, menos desgarrada y más cercana a la balada que a la ranchera. En la misma línea sonó "Si no te vas". Estas versiones rompían el aire de ranchera ralentizando el tempo, desnudando los temas con un acompañamiento minimalista y desarrollando progresiones armónicas que desafían el esquema convencional de este género.

Cerró la parte musical Anabel Santiago, acompañada por Emilio Fidalgo a la guitarra. Su interpretación de Chavela apostó por la potencia vocal, con una amplia coloratura tímbrica y un buen manejo de las dinámicas. "Las simples cosas" sonó espectacular, y en "Paloma negra" puso un plus de drama con alardes vocales que no están al alcance de cualquiera, como los agudos tenidos (efectistas a la par que efectivos) en el estribillo.

Después llegó el documental, una película que recorre las luces y sombras de la vida y la trayectoria de Chavela con todo tipo de documentos audiovisuales, entrevistas y actuaciones. Pero que, más allá de un relato cronológico, es una muestra de cómo ha afrontado los retos de no ajustarse a las normas establecidas ni como artista ni como mujer, convirtiéndose sin buscarlo en un icono de libertad.