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Mensaje en una botella de sidra

Del hedonismo romano-gijonés a la bebida asturiana como patrimonio global

Desde la villa romana de Veranes hasta la Plaza Mayor de Gijón iluminada de verde para apoyar la candidatura de la sidra como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad hay trece kilómetros y 1.600 años de historia. Si la adorable historiadora británica experta en cultura clásica Mary Beard, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2016, volviera a dejarse caer por nuestra tierra, la imagino haciendo hoy el recorrido geográfico en su bici en media hora y el histórico en siete palabras con uno de sus legendarios tuits: "Bebe y vive muchos años, buen hombre".

En realidad no es un tuit de Beard sino la frase grabada en un vidrio hallado en Veranes y cuyo pormenorizado estudio se ha dado a conocer hace unos días. Lo que inicialmente iba a ser el análisis de una pieza de uso cotidiano se ha convertido en una muestra de técnicas de tallado, sí, pero también el rescate de un gesto de amistad -sincera o interesada, ¿quién sabe?- y la demostración de un modo de vida donde los placeres tenían espacio por derecho propio.

Es decir, alguien regaló al señor de Veranes el vaso con el cual beber, no sólo agua, seguramente también líquidos embriagadores. Beber agua es vida, eso es impecable, pero las espirituosas tienen su papel en el disfrutar de la ídem. Y los romanos, a diferencia de los austeros griegos de cuya cultura tanto tomaron prestado, eran disfrutones, a veces hasta abusones, aunque eso ya es otra historia. ¿O es la misma?

Para Beard todo está tan conectado que si hiciéramos con nuestra historia lo que ella con la etapa romana habríamos aprendido mucho más de nuestros errores, repetidos hasta la saciedad. Es la explicación de que ella viva en la aparente paradoja de amar un periodo de nuestro pasado a la vez que lo investiga con mirada crítica. Los romanos, resume Beard, eran una civilización inspiradora en ciencias y artes pero también extremadamente cruel en su imperialismo, clasista y machista en su concepción de la relaciones, bárbara en algunas de sus prácticas? Y hedonista. Recibimos el legado entero y nos hemos ido puliendo pero nos cuesta aprender de ciertos errores.

La etimología también tiende un puente entre el hoy y el pasado, y nos dice que la palabra "sidra" viene del latín "sicera" que, a su vez, bebe del griego y del hebreo y designa una "bebida embriagadora". En el argumentario asturiano de la petición oficial a la Unesco para que la sidra sea considerada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, se destaca que nuestra bebida típica es la "protosidra", es decir, la más antigua del mundo y, por tanto, origen del resto de las existentes, según el historiador asturiano Luis Benito García. Que se ha conservado la manera tradicional de producirla y de consumirla, con una cultura propia para ello y unos rituales identitarios: la espicha y el escanciado.

Es decir, queremos convertir la forma de beber y vivir nuestra bebida embriagadora tradicional en un patrimonio de todos. Identificable, respetado y compartido desde cualquier punto del orbe. Deseo fervientemente que así sea, que todos los esfuerzos de estos meses den su fruto en la inminente convocatoria de la Unesco.

Y ojalá que, de paso que la sidra y otros patrimonios culturales de la humanidad se universalizan, lo hagan también y de verdad los valores que teóricamente compartimos y en la práctica instrumentalizamos unos contra otros, levantado vallas y fronteras que bien que sabemos sortear para que entre o salga lo que nos conviene. Qué mejor demostración de que hemos aprendido de nuestra historia.

¿Y si metemos el mensaje en una botella de sidra?

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