Se acerca la huelga feminista y, año tras año, somos más. La tensión se empieza a palpar en el ambiente. Nosotras, mientras crece nuestro entusiasmo, empezamos a vestir de malva, a buscar chapas con eslóganes que nos sirvan de refuerzo, que expresen lo que sentimos.
La sororidad va inundando la ciudad, como si estuviésemos en vísperas de una gran celebración femenina, donde la pregunta que se repite es "¿vas a la huelga?". Los hombres de nuestro alrededor comienzan a compartir nuestra ilusión, a organizarse para hacerse cargo de todo lo que puedan el día 8 y los que no? empiezan a ponerse nerviosos.
Cada vez somos más. Cada año seremos más. La participación del 8-M pasado superó con creces cualquier manifestación hasta la fecha. Mujeres que jamás habían acudido a ningún llamamiento salieron a la calle, corearon consignas feministas, aprendieron el concepto "sororidad".
Sororidad, la ayuda entre nosotras, el apoyo ante el ataque, ante la necesidad. Sororidad significa alianza, cooperación, compañerismo, solidaridad entre mujeres. Sin escándalos terminológicos, simplemente la equivalencia a lo "fraternal", como decía Unamuno.
El silencio posterior a la huelga de 2018 fue significativo. Fue un silencio en los bares, donde el 9-M dejaron de oírse chistes zafios, saludos groseros a voces, codazos al pasar alguna mujer. Se dejaron de ver, durante un día, señores sentados en manspreading (esa práctica cada vez menos habitual, que algunas comunidades han prohibido por ley en los transportes públicos, en la que el señor en cuestión se sienta ocupando dos asientos en los autobuses, para dejar sus joyas con suficiente ventilación, mientras nos reducen a 1/3 del asiento de al lado). No duró mucho, pero al menos, está claro que hubo un cambio. Se notaba desconcierto, un desconcierto que se va tornando en aprendizaje ya que o aprendes a nadar o te arrastra la ola.
Este año se va a superar porque avanzamos cada día y, aunque nos quieran hacer sentir que cada vez hay más violencia contra nosotras, lo cierto es que simplemente cada vez tenemos menos miedo, aguantamos menos y denunciamos más. Es cuestión de tiempo.Miro a mi alrededor y veo a la juventud de la mano, luchando por la igualdad. Miles de jóvenes mujeres gijonesas no van a dejar que se de un paso atrás. Tienen toda la fuerza y confío en que no van a ceder más espacio, van a recuperar lo que les pertenece. Miles de jóvenes gijoneses están a favor de ese cambio y caminan codo con codo, sin reírse de los chistes machistas ni acosar en los lavabos.
Nunca nos han dado nada. Todo lo que tenemos lo conseguimos mediante la lucha por nuestros derechos. Mediante las huelgas, las reivindicaciones, y así vamos a seguir. Y cada día somos más las que sabemos que esa es la forma y cada de vez somos más las mujeres que nos echamos a la calle pidiendo lo que nos corresponde, lo que es nuestro, que no es más que la igualdad.
