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Tormenta de ideas

Qué está fallando

Otro crimen cometido sobre niños que aterroriza al país

Hay algo que no me encaja. Algo que resulta incomprensible y lo que es peor, muy inquietante. ¿En manos de quiénes estamos? ¿Qué tipo de sociedad permite lo que está pasando? Estoy absolutamente horrorizada, como toda España, con el crimen de Godella. Pienso en esos niños, Amiel e Ixchel, que nunca, jamás, debieron tener esos padres. Unos padres que hacían que sus hijos vivieran en condiciones insalubres, con unas figuras paternas totalmente enajenadas y con patologías graves. El Ayuntamiento y los Servicios Sociales consideraban que los niños vivían en una situación absolutamente normal, y que la llamada de la abuela había sido contestada porque realmente lo que se encontraron fue una disputa familiar y cito textualmente: "En fecha 11/03/2019, después de una telefoneada de la familia extensa a la Policía Local de Godella, dos patrullas de Godella y Rocafort se desplazan al domicilio donde se comprueba que se trata de un conflicto relacional con miembros de la familia extensa. Tanto los progenitores como los menores se encuentran en buenas condiciones".

Tres días después los dos niños habían sido brutalmente asesinados. Viendo cómo estaba la casa, los mensajes y las actitudes de aquellos padres, y habiendo alertado además la familia, no hacía falta ser adivino para presuponer que aquellos menores podían estar en peligro. Aquella casa en la que vivían no estaba ni mucho menos acondicionada para unos niños de cuatro meses y de tres años. No puedo entender dónde estaban los Servicios Sociales, dónde la cacareada protección de los menores. Por qué esa mujer con una más que probable psicosis estaba encargada de criar a sus hijos; por qué el consumo de drogas no se detectó en las visitas que tanto la policía como los Servicios Sociales deberían haber detectado.

Hasta qué punto, Dios mío, consideramos a los niños como algo que puede maltratarse, abandonarse emocional y físicamente, o dejarlos con unos padres que nunca debieron serlo. Nuestro sistema de salud mental propicia que esto pueda suceder y cada vez será más frecuente, porque el cóctel del consumo de drogas con una psicopatía se convierte en una bomba de relojería. Pero ahí están, sin nadie que controle su estado mental, sin obligarles (no vayan a tratarnos de intervencionistas o retrógrados, por Dios) a que tomen su medicación, como sí hacen otros países. Está claro que ante un trastorno mental como éste, una esquizofrenia, una psicopatía, el tratamiento debe ser revisado, y así se hace en otras sociedades en las que los enfermos están obligados por ley a seguir un tratamiento ambulatorio en el que les dan la medicación adecuada. Aquí no. Aquí somos más progres que nadie y no vayamos a interferir en los derechos de los enfermos, como tampoco debemos interferir en los de los delincuentes que siempre acaban condenados a un porrón de años, que se ventilan en cinco veces menos, porque para eso se rehabilitan (que se lo digan al violador de Martorell), así que aquí paz y después gloria.

Y evidentemente pasan estas cosas. Los esquizofrénicos sin tratar (afortunadamente los que se tratan pueden controlar su enfermedad) y los violadores sin encerrar. Lo que se dice una sociedad progresista y eficaz. Por esa eficacia, dos niños, Amiel e Ixchel, han sido brutalmente asesinados. Espero que al menos ahora allá donde estén obtengan lo que aquí les hemos negado: paz.

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