Opinión
Isabel Menéndez Benavente
Pedro y Walt Disney
El sueño de una España libre e igualitaria, una patria de la que uno se pueda sentir orgulloso
He tenido un sueño? Bueno, yo diría que era una pesadilla, y como casi todas las que tengo, totalmente surrealista. Teniendo en cuenta que me paso la vida contando cuentos de Disney, porque yo es que soy antigua y me siguen fascinando, pues resulta que soñé con varios de sus personajes. Pero dado que los sueños todo lo trasforman, me encontré con que el protagonista que guiaba el barco pirata de Peter Pan, era ni más ni menos que Pedro Garfio. Sí, el mismísimo presidente. Le faltaba, como al capitán, la mano derecha, en la que lucía un hermoso garfio que adornaba con un gran lazo amarillo, coqueto él, esa mano con la que, incluso siendo la derecha, tenía que manejar el barco de su país hacia un destino grandioso. A su lado estaba Torra, vestido de marinerito, azuzándole para que virara el barco y se fuera hacia un tsunami lleno de esteladas que amenazaba la embarcación. Pedro Garfio no hacía nada más que mirar hacia abajo, porque oía un tic tac que le helaba el corazón.
Hacía tiempo que un cocodrilo, que curiosamente tenía la cara de Puchi, le había arrebatado la extremidad, pero no se conformaba con eso y se lo quería comer enterito. Así que nuestro capitán no sabía qué hacer, si ir contra el Tsunami secesionista o intentar llegar a la orilla a pesar de los cocodrilos amarillos de Puchi. O sea, que no tenía escapatoria. De repente mi sueño cambió y le vi, al presi, volando. ¡Dios, ahora era Peter San! Yo flipaba porque del mar se había pasado al cielo, pero hete aquí que no necesitaba para nada el polvo de hadas de Campanilla, qué va, se iba en un avión, un Falcon concretamente, en el que nuestro Peter San se recreaba mirándose lo guapísimo que estaba en unos platos relucientes que era una vajilla preciosa que acababa de comprar para que reflejaran bien su imagen, porque nuestro protagonista era pelín egocéntrico.
En estas estábamos, cuando le veo convertido en Pedrocho, con un cuerpecito de madera y una enorme nariz, y con su padre putativo, Gepettorra (qué manía, será de tanto verlo en la tele), que le reñía por decir mentiras y no contar las conversaciones que tenían y por no decir que sí o sí iba a indultar a sus amigos, que estaban prisioneros de unos malos malos que se vestían de rojo y gualda. Pero nada, cada vez crecía más y más la nariz de Pedrocho porque por mucho que unos amiguitos le preguntaban, él juraba y perjuraba que "no es no" y la nariz crecía a una velocidad inusitada y todos alucinaban porque crecía tanto tanto que el pobre muñeco se acercó a la orilla del mar y tanto le pesaba el apéndice nasal que se cayó al agua? Con tan mala suerte que una ballena amarilla se lo tragó enterito. Y allí teníamos a Pedrocho dentro de las tripas del mamífero marino que se relamía pensando en el aperitivo que se iba a zampar, para luego continuar con todos los amiguitos de Pedrocho, que desesperados gritaban en la orilla "¡haz que no pase!". Y en esto, ya metidos en la fantasía Disney, me vi a mi misma como la vieja durmiente, y me despertó un beso de amor. Cuando abro los ojos, esta vez de verdad, no era aquí el padre de mis hijos? El beso que me despierta era de una princesa pelirroja, una celta de ojos chispeantes y eterna sonrisa, que me decía "te quiero, tata"? Esa niña para la que deseo una España libre, igualitaria, una España en la que se recobren los valores que quiero para que ella conviva con los demás en paz, en la que pueda viajar por todo nuestro país hablando el mismo idioma, en el que pueda estudiar lo que ella quiera y establecerse sin que le tengamos que ayudar toda la familia porque la cuota de autónomos no hay quien la pague, en la que todos los españoles seamos iguales ante la ley, y que esa ley sea igual para todos, en la que ella siendo mujer consiga llegar a lo más alto, sin privilegios por serlo, siendo simplemente la mejor, sin cuotas ni discriminación positiva ni negativa, porque no las va a necesitar.
Quiero, y esto sé que es un sueño, una patria de la que se pueda sentir orgullosa, en la que pueda llevar la bandera y emocionarse con el himno sin distinción de partidos o ideas? Esa España por la que ya desde hoy prometo luchar para que sea realidad. Para que no sea un sueño..
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