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Una estación lineal con 6 paradas

Sobre el debate en torno a la ubicación de la intermodal

Gijón está inmersa en el diseño de su nueva movilidad. Definir cómo nos moveremos en el futuro inmediato y en el cercano es una prioridad para nuestra ciudad, pero también para el conjunto del Área Central de Asturias. En el mundo actual, la realidad de las ciudades trasciende lo local y las escalas en las que se actúa van más allá del límite territorial del municipio. El reto, en realidad, es definir una nueva movilidad metropolitana para el entorno urbano del centro de nuestra comunidad autónoma.

Ese es el sentido del metrotrén. No se trata de que Gijón tenga un metro para movernos entre barrios en una ciudad que apenas supera los 273.000 habitantes, sino de contar con una infraestructura que una Llamaquique con Cabueñes, y lo haga con tiempos y frecuencias que lo conviertan en el elemento fundamental de la nueva movilidad en el centro de Asturias.

Creo que esta es la verdadera prioridad. Más allá del debate sobre la ubicación, metro acá metro allá, de una estación intermodal que en definitiva va a funcionar fundamentalmente para el largo recorrido en un concepto de estación lineal que va a tener en nuestra ciudad otras cinco paradas, seis si contamos La Calzada, siete en total en nuestro entorno urbano. Con este planteamiento, no entiendo los debates numantinos que relacionan la ubicación de la estación intermodal con la centralidad. El centro en Gijón tiene varios puntos y a esta realidad responde una estación lineal con seis paradas, con La Calzada siete, que darán servicio al 90% de los viajeros que utilizan el tren como medio de transporte para llegar o salir de nuestra ciudad en los servicios de Cercanías.

El debate sobre la ubicación de la estación intermodal puede ser eterno, y plantear tantas ubicaciones como queramos. Pero no es el elemento fundamental. No al menos desde el punto de vista de la movilidad. La ubicación en el entorno de Sanz Crespo, a escasos metros de la actual, tiene una virtualidad: permite desarrollar los proyectos constructivos de la estación y el metrotrén de manera independiente, sea o no a la vez. Y esto es clave en el contexto actual, en el que todas las Administraciones Públicas tenemos que asumir la situación económica en la que nos vamos a encontrar tras la pandemia de la covid-19.

En tiempos en los que toca desplegar un potente escudo social de protección a las personas y de recuperación de la economía y el empleo, resulta inverosímil pensar que ninguna ciudad vaya a recibir en el corto o medio plazo inversiones que superen los 800 millones de euros. La política no puede seguir siendo una tómbola después del coronavirus, y en el caso que nos ocupa deberíamos hacer un esfuerzo por ser realistas y reducir aún más los costes del proyecto.

En este contexto económico, se hace más necesario todavía tener presente que las inversiones de obra pública que más incertidumbres generan son aquellas que se ejecutan a mayor profundidad, especialmente aquellas que se acometen en terrenos geotécnicamente complicados, como el pretendido para la ubicación de la estación en el entorno del Museo del Ferrocarril, que acaban provocando cuantiosos sobrecostes. Tenemos ejemplos cercanos: la ampliación del Puerto de El Musel, el pozo de tormentas del parque Hermanos Castro, la Variante de Pajares... o un poco más allá de la Cordillera el soterramiento de la vía para el AVE en la estación de León, actualmente en ejecución.

En cualquier caso, creo que, en un escenario de priorización del gasto, ADIF apostará antes por poner en funcionamiento el metrotrén, que permite retornar una parte de la inversión ya realizada, que por construir una nueva estación intermodal. Y sin renunciar a ella, creo sinceramente que la puesta en marcha del metrotrén en el menor tiempo posible es lo que nos permitirá obtener una mayor rentabilidad económica, social y medioambiental.

El metrotrén, y no la estación intermodal, junto a la Variante de Pajares, marcará un antes y un después en la movilidad en Asturias. Y nos aproximará a la movilidad del siglo XXI en la que ya están instaladas muchas ciudades españolas y europeas: la movilidad sostenible.

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