En la intrahistoria de Gijón figuran en letra no precisamente pequeña los calamares (de Casa Marcelo) y la compuesta. Miguel de Unamuno inventó el término "intrahistoria" como referencia a todo aquello que ocurre en una ciudad y que está a la sombra de lo más conocido históricamente. Los calamares fritos de Casa Marcelo pasaron a la historia de Gijón. El bar estuvo desde la década de 1930 en el número 6 de la plaza del Instituto, casi al inicio de Menéndez Valdés, y Marcelo era Marcelo Cuervo Quintana, sportinguista y muchas cosas más. El irrepetible Dioni Viña desveló en LA NUEVA ESPAÑA del 8 de julio de año 2000 la genuina receta de los calamares de Marcelo.

Para empezar, los "calamares" eran potarros grandes, frescos eso sí. Se cortaban, se adobaban con ajo y sal gorda, se tapaban con hielo de La Rula y Marcelo los mantenía un par de días en la fresquera del patio trasero. Se rebozaban en harina de trigo y pan rallado, y se freían en aceite muy caliente. Antes de servir se dejaban enfriar un poco. Y como escribió Dioni Viña, los clientes "poníen los güeyos en blanco mirado pa arriba, pal Santón".

Si míticos son los calamares de Casa Marcelo no menos lo es la "ginebra compuesta" que enseguida se abrevió en "compuesta". Ginebra, vermú blanco o rojo, soda, hielo y limón, aunque las variantes son muchas con algún componente "secreto", y de ahí que en cada bar la compuesta fuese diferente. ¿La primera compuesta en Gijón? Se dice que en el café Maison Dorée en la calle Corrida y que su propietario a comienzos del siglo pasado, José Álvarez González, trajo la receta de Cuba. Más tarde le siguieron en la elaboración de la compuesta el Café Príncipe y el Mayerling, los dos en la calle Corrida, y el bar Costa Verde al inicio de la calle de Jovellanos cara al Náutico.

El hijo predilecto Paco Prendes Quirós comprobó y dejó escrito en LA NUEVA ESPAÑA que Perico Chicote, en su bar de la Gran Vía madrileña, servía la compuesta anunciándola en la carta como "ginebra gijonesa".