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El sindiós español

El otoño como presagio de una nueva oleada de terror

Sindios es una palabra que la Academia de la Lengua estudia para su inclusión en el diccionario como relativo a algo que es alocado o sin sentido, y estos días, viendo lo que sucede en nuestro país, me viene a la mente recurrentemente. También la imagen del infierno español, nombre de un chiste muy castizo que por escatológico no puedo reflejar por escrito. El caso es que, cuando la nación se encuentra en medio de una crisis que supera todas las que los adultos vivimos personalmente, nos encontramos con una situación que acojona, dicho esto en la doble acepción de la RAE, que acobarda y que deja estupefacto.

El Gobierno está de baja, o de vacaciones, no se sabe muy bien. Le ha dejado el pastel a las autonomías, que hacen, o hacen como que hacen, mientras se palpan la ropa y rezan para que la cosa no vaya a más. Todo ello sin entrar en el trance del regreso a las aulas, que tiene a los padres responsables temblando, y a los que solo quieren que alguien se haga cargo de sus vástagos también. Corren los días y septiembre y el otoño comienzan a verse como presagio de una nueva oleada de terror.

Da cuenta la prensa del interés del gobierno, alguien ha debido quedar en Madrid, en que Europa adelante caudales de aquellos famosos 140 millones de euros sin los cuales la situación se convertirá en dramática, algo fácil de entender a estas alturas, pero es difícil que esto suceda pues allí los asuntos del dinero van reglados y no se contemplan excepciones. Lo saben en Madrid y todo suena como al inicio de una campaña para que la opinión pública se vaya preparando para la tragedia. Esta vez, además de hospitalaria, será económica, y terrible.

En Madrid un juez dice que no se puede prohibir fumar por la calle, en otra región sancionan que no se puede cerrar las discotecas, o los bares de copas; en cada región, ahora a cargo de la gestión de la crisis sanitaria, se interpretan las acciones de los gobiernos autonómicos a golpe de decreto judicial, y está bien que así sea en un estado de derecho, pero cabe preguntarse si era esto lo que queríamos cuando votamos la Constitución y su título VIII. No sé si España da para tanto.

Las antiguas Reales Ordenanzas de la Fuerzas Armadas, ya no vigentes, definían la Patria como "el quehacer común de los españoles de ayer, de hoy, y de mañana, que se afirma en la voluntad manifiesta de todos", eran un texto de los de antes, de los que ponían los puntos sobre las íes.

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