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Un empresario jovellanista

Adiós a un emprendedor que supo ser mecenas

El triunfo del mérito o el empresario que se hizo a sí mismo. Así pudiera titularse esta breve necrológica, con la añadidura de su admiración por la vida y la obra de Jovellanos.

Como empresario parte de unos orígenes muy humildes en una pequeña aldea de Pola de Laviana, Patarín de Abajo. Eran los años de ese segmento cronológico que en la historia de España se llama postguerra; de muy niño vivió en sus carnes las vicisitudes del exilio; forma parte de una familia de muy escasos recursos económicos, un esquema social muy frecuente en la España y en la Asturias de la posguerra; pero esta familia sale a delante merced al talante femenino de su madre Netina y, sobre todo, de su abuela Virginia. Dos nombres que estarán grabados en la mente de José A. Hevia de manera permanente. Cuando hace algunos años visité una de sus empresas me sorprendió que dos de aquellas máquinas, que José Antonio me enseñaba con gran entusiasmo, llevaban inscritos los nombres de Netina y de Virginia, como recuerdo permanente a su madre y, de manera muy especial, a su abuela, esa mujer fuerte que dejará profunda huella en este empresario asturiano. En este contexto familiar de grandes carencias, Hevia Corte tiene que hacerse a sí mismo iniciándose en la vida laboral, casi de pantalón corto, pasando por los más modestos y humildes trabajos: repartidor de carbón a restaurantes y casas particulares en ayuda de su abuela que compraba el carbón en el Musel y él lo iba repartiendo; ejercerá como pinche en algunas empresas. Poco a poco Hevia Corte se va adentrando en el mundo laboral en industrias del hierro y el acero. Trabaja y estudia. Finalmente consigue terminar los cinco cursos de Maestrí Industrial. Su curriculum empresarial pasa de la nada al todo, desde las categorías más ínfimas hasta constituirse en uno de los empresarios más prestigiosos de Asturias. Ahí están dos empresas referenciales en Gijón: Esmena e Ideas en Metal, a las que habría que añadir otras adyacentes.

Como jovellanista es la faceta que a mí me tocó vivir más de cerca. Los dos formamos parte de la Fundación Foro Jovellanos durante más de quinces años. En mi etapa como presidente, en tres legislaturas, ocupó el cargo de vicepresidente de un equipo de expertos bien cohesionados. Fue un tiempo que, mirado desde una perspectiva ya histórica, la recuerdo con orgullo y objetivamente muy fructífera en las dos orientaciones que marcaban los estatutos de la Fundación Foro Jovellanos: Investigar y divulgar todo lo relacionado con la vida y la obra del prócer gijonés y del tiempo que le tocó vivir. Las hemerotecas asturianas y los anaqueles de bibliotecas asturianas y allende El Pajares y Los Pirineos son testigos de cuanto en aquel entonces se hizo. José Antonio no era un investigador, pero era la voz de la experiencia, del empresario, dos aspectos que en todo proyecto investigador y divulgativo tienen que estar muy claros. ¡Cómo no recordar sus intervenciones en las juntas de gobierno o en los consejos generales en las que José Antonio intervenía con una vehemencia que en ocasiones producía cierta distorsión tonal como si de una sinfonía dodecafónica se tratase! Conviene, por otra parte, notar su función de mecenazgo. El premio de investigación fue patrocinado por él durante varios años; asimismo, gracias a su patrocinio, se publicaron lujosos libros, acompañados de ilustraciones excepcionales, sobre algunos viajes de Jovellanos por Asturias. La Fundación Foro Jovellanos debe mucho a José Antonio Hevia Corte en esos años en los que a mí me correspondió ser presidente. Por eso, a pesar del tiempo ya pasado, tuve y tengo hacia José Antonio un recuerdo lleno de cariño, de afecto y de gratitud por las vivencias jovellanistas vividas en aquellos años, Él me correspondía con los mismos sentimientos. Con posterioridad a mi salida como presidente de la Fundación Foro Jovellanos, nos llamábamos con frecuencia. La última vez me lo encontré del brazo de su mujer, Mary Cruz, por el paseo de Begoña. El abrazo que nos dimos fue una renovación de aquellos viejos sentimientos que nos unieron durante tantos años a través de la figura de Jovellanos. Todo ello testimonia el adjetivo que utilizo en el título: un empresario jovellanista.

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