Conocí y trabé amistad con Cuca ya en nuestros tiempos de colegio. Ella, en un curso inferior al mío, ya destacaba como alumna con excelentes notas y sobresalientes dotes para las letras.
Nos volvimos a encontrar con mucha frecuencia, con la frecuencia de una vida cultural variada y activa desde las organizaciones público-privadas, que distingue a nuestra ciudad y la participación municipal.
Cuca, donde había una conferencia, un acto cultural, una personalidad visitante, una inauguración... allí estaba con su clásica libreta y bolígrafo en mano, transcribiendo con su pulcritud habitual su crónica para LA NUEVA ESPAÑA. En alguna ocasión, eché una ojeada a sus notas y le comenté mi admiración por que, con pocas notas tomadas, reprodujese de forma tan completa lo visto y escuchado, a lo que adicionaba siempre su toque personal. Guardo cuidadosamente la entrevista que me hizo en 1983, con ocasión de mi primera responsabilidad política en Madrid.
Cuca superó con tesón y fortaleza los obstáculos, inconvenientes y trabas que nuestra generación “en femenino” tuvo para sobresalir y hacerse hueco en lo profesional; en su caso, en el ámbito de la literatura y el periodismo.
Concilió su condición de madre de numerosa prole, su excelencia en los fogones con su pasión por la escritura y el conocimiento de cuanto se movía en Gijón.
Se nos va una gijonesa, de profundo amor por su Villa marinera, a la que dedicó su tiempo e inteligencia.
Hasta siempre, amiga Cuca. Te nos has ido. Nos quedan tus libros, tus crónicas y el recuerdo de tu calidad personal.