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Pablo Vázquez Otero

De viaje con Jovellanos: Gran viaje de 1791

Pablo Vázquez Otero

Del santuario de Begoña a la catedral de Santiago

El ilustrado gijonés compagina en su paso por tierras vascas el disfrute de grandes obras de arquitectura y las visitas sociales

Basílica de Nuestra Señora de Begoña.

Estaba Jovellanos en Bilbao aquel día 17 de agosto, cuando lo dejábamos en el capítulo anterior, tras pasear por Los Caños, que ya desgranamos. Visita a continuación, un lugar de mucha importancia en la capital vizcaína, el santuario de Begoña. Veamos cómo nos lo cuenta en su Diario nuestro ilustre viajero: “Paseo a los Caños, a ver el repartidor de las aguas, y de allí a Nuestra Señora de Begoña, célebre santuario en Vizcaya: iglesia de arquitectura oriental y que, por no estar deformada con el coro en medio, se descubre en toda su magnificencia, y aunque menos grande, aventaja a nuestras catedrales (es parroquial). El altar mayor, aunque muy ponderado, es de mezquino gusto, bien que más sencillo que los modernos; la arquitectura parece de la misma mano que el de San Francisco; la escultura es mala, pero la pintura buena, por el gusto de Amiconi. También se pondera el frontispicio, que no es bueno, y parece renovado en mal tiempo. Hay en él tres bajos relieves en piedra, de mérito singular; la Prudencia, en la clave del arco, es bellísima, y dos medallas de San Pedro y San Pablo a los lados”.

Sin género de duda, Begoña tiene gran tradición en Bilbao, es la patrona del señorío de Vizcaya. En sus orígenes, parece ser que contaba con una única nave y techumbre de madera con una capilla donde se guardaba y custodiaba la imagen de la Virgen y un coro.

Esa capilla estaba presidida por un gran retablo flamenco con catorce tablas que narraban la vida de María. Pero es a mediados del siglo XVI, bajo el proyecto de Sancho Martínez de Asego, cuando se construye el actual edificio.

Formas góticas pero con toque renacentista evidente, por ejemplo, en la portada que simula un arco de triunfo de estilo manierista. La torre, elemento caracterizador del conjunto, fue proyectada por Martín de Garita. En 1603 es cuando la imagen de la virgen de Begoña es trasladada a la nueva iglesia. La construcción es muy golpeada en 1808, durante la ocupación napoleónica, cuando las tropas comandadas por el general Merlín saquearon el santuario.

También durante las guerras carlistas será utilizada como enclave estratégico, el mismísimo Zumalacárregui instaló una batería de artillería allí durante el sitio de Bilbao. De hecho, en las diferentes fases de las guerras carlistas, siempre Begoña, por su posición de control sobre la ciudad, fue utilizado, como lugar clave y esto trajo consigo varias destrucciones. Tras todos estos fatídicos hechos, es en 1908 cuando le otorgan rango de basílica menor, y en 1928 es de nuevo consagrada y con su nueva torre , proyectada esta vez por José María Basterra.

Jovellanos destaca el “buen alumbrado y el excelente empedrado” que ve en Bilbao

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Después de visitar el santuario de Begoña, Jovellanos realiza una serie de visitas de carácter social que le hacen finalizar aquel día 17 de agosto.Así nos cuenta: “ A beber a casa de D. Ventura Gómez de la Torre y Jaraveitia. Al salir de Begoña se ve a la izquierda la casa del patrón, donde vive actualmente retirado el comisario Azcárate. En casa de Gómez estaban convidados los parientes y amigos. Son de singular mérito la nieta, D.ª Francisca Mazarredo, sobrina del general, blanca y bastante bien parecida. Es también muy graciosa la Pepita Landecho, morena, ojos negros y vivos, boca muy graciosa y trato amable. A dormir a casa de Urdaivay; conversación hasta media noche. Hay en Bilbao buen alumbrado y excelente empedrado; no se permiten coches; se le regulan tres mil vecinos, pero debe pasar de quince mil almas, según hierven”.

Varias cosas a citar y comentar de este párrafo. Ventura Francisco Gómez de la Torre y Jarabeitia fue bautizado en la muy bilbaína iglesia de San Nicolás en julio de 1720, llegó a ser prior del Consulado de Bilbao, regidor, teniente del regimiento de milicias de Vizcaya e importantísimo hombre de negocios en aquel Bilbao de finales del XVIII. Accionista del banco nacional, de la Real Compañía de Seguros de Nuestra Señora de Begoña y San Carlos, exportador de lana e importador de bacalao, y por añadidura fue el mayor cargador de hierro de aquel Bilbao.

Gran burgués adinerado, tal vez el mayor en aquel momento, que construyó su palacio en el Arenal, junto a la misma iglesia de San Nicolás, y que nuestro Jovino visitó en dos ocasiones. Ventura falleció en 1816 en Londres, y sus restos fueron enterrados en el ya mencionado convento de San Francisco.

Ventura tuvo una hija llamada María Francisca Gómez de la Torre Larrinaga y esta, a su vez, una hija llamada Francisca Mazarredo Gómez de la Torre, esta sería la nieta mencionada en el texto.

Del santuario de Begoña a la catedral de Santiago

Y va a dormir a casa de Juan Pedro de Urdaivay, gran amigo que otra vez, en 1797, volverá a visitar en su segunda estancia en Bilbao.

Habla con admiración Jovellanos de la ciudad, de su alumbrado y de su empedrado, y es curiosa la última frase cuando cita las quince mil almas que “hierven” en la ciudad. Seguro se refiere a la sensación que percibe de como la sociedad bilbaína bulle, y estaba en franco desarrollo, con ideas modernas muy asentadas.

Y así llega el día 18, cuando escribe en el Diario: “Visitas en varias casas en compañía de D. José Gacitúa, sujeto muy amable y de bellísimo genio, trato y talento. Visita de la parroquial de Santiago, que tiene un pórtico magnífico de siete grandes y sublimes arcos tirados sobre un terreno de forma irregular; gran templo gótico, o sea, oriental, con un insigne retablo singularísimo, por ser de exquisita madera sin estofar, y por estar lleno de bellísimas esculturas. Hay unos largos bajos relieves en el embasamento general, de muchas pequeñas figuras, que son preciosísimos; buenos doctores de la Iglesia en nichos, misterios en los intercolumnios, Santiago a caballo sobre los moros en medio; los apóstoles en el segundo cuerpo; arriba el Señor crucificado (el único que está estofado), y al lado los ladrones; parece obra de Felipe de Borgoña; dicen ser de dos manos, mas no se advierte diferencia. Hay dos retablitos de buenos mármoles: el de Nuestra Señora es dibujo de Paret, y muy lindo; el otro, bueno, aunque no tanto, y de más preciosa materia. Al lado de la iglesia corre un claustro cerrado, gótico, convertido en iglesia y lleno de altares, por donde andan las procesiones en invierno.”

José de Gacitúa había sido alcalde de la ciudad, y con él se mueve a primeras horas del día por asuntos profesionales, pero en este párrafo lo más interesante es su visita a otro lugar clave de la ciudad, la parroquial de Santiago, o lo que es lo mismo, la catedral.

La actual es posterior al gran incendio de 1347, ya que en el lugar de la catedral ya existía una iglesia desde los mismos origen de la ciudad con López de Haro. Catedral de pequeñas dimensiones construida en un gótico claro entre finales del XIV y principios del XV, exceptuando la fachada con la torre de estilo neogótico, del siglo XIX. Destaca al entrar, su planta de cruz latina con tres naves de reducidas dimensiones, su claustro gótico, la Capilla Mayor y la Puerta del Ángel, conocida a nivel popular como Puerta de los Peregrinos, precioso ejemplo del llamado gótico florido. Bilbao está incluido en el itinerario de peregrinación del Camino de Santiago por la costa, y esto hace que la catedral sea visita obligatoria. Santiago es además patrón de la ciudad.

De lo citado por Jovellanos hay elementos ya desaparecidos como el retablo, obra que era del autor flamenco Guiot de Beaugrant. En 1805 fue desmontado, y alguna de las figuras que lo componían se conservan en el museo Arqueológico de Bilbao, otras simplemente no llegaron a nuestros días. Los dos retablitos citados también desaparecieron, eran obra del mencionado por Jovellanos en el texto, Paret. Que sería Luis Paret y Alcázar, el exponente más claro del rococó español. Fue pintor y gran acuarelista, trabajó una época de su vida en Bilbao y de ahí su huella artística en la ciudad.

Pero hasta aquí llegamos hoy, lo que acontece a continuación en su tránsito por Bilbao lo vemos en el próximo capítulo.

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