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Joaquín Pixán

Adiós, José Ramón Alonso, amigo y colega

Tras el fallecimiento del tenor gozoniego José Ramón Alonso, que desarrolló su labor docente en Gijón

funeral en luanco. La iglesia de Santa María de Luanco acogió ayer el funeral por el eterno descanso de José Ramón Alonso. M. V.

Me sorprendió, de una manera brutal, la muerte de mi amigo y colega Jose Ramón Alonso. Había hablado con él hace unos dos meses y habíamos quedado para vernos en cuanto esta maldita pandemia nos lo permitiese; desgraciadamente, ya no podrá ser.

Lo conocí en su etapa de la Escuela Superior de Canto de Madrid, en una producción operística de “El niño y los sortilegios”, de Maurice Ravel. Por aquel entonces, la Escuela que había fundado Lola Rodríguez Aragón se permitía hacer producciones operísticas que nada tenían que envidiar a las de muchos de los teatros profesionales. Pues bien, en esa y en otras producciones de la Casa ya brillaba un prometedor cantante, Ramón Alonso, que más tarde desarrollaría por muchos teatros de Europa una brillante carrera como tenor lírico.

Era de Luanco y allí tenía la familia y amigos, algunos incluso muy forófos suyos –razones

había, desde luego–; recuerdo a uno de sus seguidores y amigo , de nombre también Ramón, que, en uno de mis veraneos por Luanco y en el marco de nuestra común afición a la ópera, me dijo: “Te voy a poner una grabación de la Bohème, a ver si reconoces a los cantantes”. Efectivamente, oí la grabación. que era de un directo en un teatro, creo que de Alemania, y le dije que el tenor era Pavarotti, por el timbre de voz y por el fraseo, “Pues no!. es Ramón Alonso. Me quedé muy sorprendido. Aunque aquella función de Ramón de años atrás en la Escuela de Canto me había impactado mucho por su dimensión de precisión musical, vocal y, en definitiva, de espectáculo total, lo que acaba de oír pertenecía, además, a un repertorio grande, piedra de toque de los mejores tenores: se trataba también, de un rol operístico, el Rodolfo. que José Ramón Alonso interpretaba con verdadero brillo y a la altura de las producciones de los teatros profesionales de toda Europa.

Sé que junto con su mujer, la magnífica soprano Belén Genicio, recorrió los teatros de ópera de Francia, Bélgica y, fundamentalmente, de Alemania, donde hizo gran parte de su carrera como tenor. La familia Alonso-Genicio, con su hijo Ramón, decidió regresar a Asturias, ya más dedicados al concierto y a la enseñanza del canto, destacando su fecundo trabajo en el Conservatorio de Gijón, en el que dejó huella de su magisterio durante varios años hasta su jubilación.

Algunos consejos recabé de él e intenté ponerlos en práctica. seguramente con poco éxito por mi parte. El tenor Jose Ramón Alonso tenía muy en claro la depurada técnica que había de acompañar a un tenor para cantar ópera pero, sobre todo, no tenía duda alguna sobre el sentido de la honestidad en todos los órdenes de la vida. No era un hombre de adulaciones, era muy ponderado y muy de verdad, verdad que a veces defendía con vehemencia y con firmeza respetuosamente sostenidas. Hay un aspecto de él que no todo el mundo conoce y es que ejercía un asturianísmo también de verdad. Hombre pegado a las tradiciones de Asturias, se había instalado en una magnífica casa en el concejo de Gozón, en donde daba rienda suelta a sus aficiones labriegas de huertas y praos que él mismo trabajaba, sin olvidarnos de que con sus propias manos construyó la estupenda casa en la que vivía con su mujer, Belén.

Mi querido Ramón. Sé que no nos frecuentábamos tanto como hubiéramos querido, entre otras razones, por la distancia. Pero sí quiero decirte que dejas en mí una gran pena. Quedas en mi recuerdo para siempre.

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