Si el final de año es momento político propicio para rendir cuentas, el comienzo de un nuevo ciclo de 365 días deviene en oportunidad para augurar iniciativas. En ese empeño de someter sus designios de año nuevo a la ciudadanía, los alcaldes tienen la obligación de ilusionar. No de mentir con quimeras irrealizables, sino de anunciar propuestas realistas, máxime en una época en que se acentuarán las penurias y sobrevendrán los momentos más graves, en el plano económico y en el social, de la pandemia. Y habrá que destinar dinero a paliar situaciones sociales de extrema gravedad, que se multiplicarán desgraciadamente en los próximos meses y que un Ayuntamiento como el de Gijón, de reconocida actitud solidaria, habrá de acometer.
La Alcaldesa no ha aportado grandes titulares en la entrevista concedida a este periódico, pero sí puesto algunas cartas boca arriba, dignas de comentar. En primer lugar, que la estación intermodal se construirá en Moreda, sencillamente porque saldrá mucho más barata que en el entorno del Museo del Ferrocarril. Y que la peatonalización del Muro no es provisional, sino que tiene vocación de permanencia.
Desconocemos que planes alberga Ana González para el espacio público más transitado de Gijón, en cualquier época del año. Ni qué cavila cuando anuncia cambios “para que pasen cosas”. La última vez, iluminados munícipes plantearon para ese espacio una propuesta irrealizable, tal que los jardines colgantes de Babilonia con vistas al Cantábrico. ¿Qué cosas tienen que pasar en el Muro para que el proyecto sea reconocible y viable? El éxito de la operación, si se consigue, vale muchos votos. De igual modo que restarían en el marcador socialista las ocurrencias y las chapuzas.
