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Jaime Torner

Afrontando sin pulso un futuro adverso

En agosto de 1898, Francisco Silvela (político conservador, diputado en Cortes, varias veces ministro y dos veces presidente del Gobierno, 1899-1903) publicó en el diario “El Tiempo” su célebre artículo “Sin Pulso”, sobre la crisis política generada en España por la pérdida de Cuba y demás colonias de ultramar. Afirmaba que, cuando el corazón humano deja de latir y ya no se percibe pulso periférico, el cuerpo se enfría hasta perder vida. Una situación similar podría repetirse próximamente.

En primer lugar, el año 2020 finaliza tras coincidir la peor pandemia imaginable con la peor gestión política posible. Prescindiendo de las promesas del Presidente (“Nadie se quedará atrás”), este Gobierno ha ido siempre por detrás del virus; sea por: a) Ignorar de entrada su “morbilidad” real, sin cerrar fronteras a presuntos portadores; b) Permitir manifestaciones masivas (8M), cuando la OMS. había cursado la alarma sanitaria; c) Por sus contradicciones en determinadas disposiciones sanitarias; d) Por la apresurada desescalada del primer estado de alarma, pretendiendo (infructuosamente) mitigar la repercusión económica del confinamiento domiciliario; e) Por delegar en las CC AA la gestión de la pandemia, permitiendo un confuso abanico de normativas; f) Por confiar, casi exclusivamente, en vacunas cuya eficacia todavía debe ratificarse, especialmente ante la irrupción de nuevas variantes del covid-19, hasta un 70% más contagiosas que la inicial. En consecuencia, España ha caído en una dinámica social que puede conducir a otra crisis político-económica, como la de 1898.

En segundo lugar, aunque actualmente estemos integrados en la UE, su ayuda económica puede resultar insuficiente para recuperar la destrucción de tejido empresarial; especialmente si esta partida presupuestaria no crea puestos de trabajo y solamente atiende “gastos corrientes”.

En tercer lugar, la Monarquía parece atravesar una crisis institucional agravada por la “hostil” actitud de los partidos políticos republicanos o independentistas.

En cuarto lugar, el actual “status migratorio” de Canarias es particularmente grave y denota las contradicciones del Gobierno. Así, mientras inicialmente el ministro del Interior negaba el traslado de inmigrantes ilegales a la península y, luego, solamente lo admitía en casos de personas vulnerables; las imágenes televisivas indicaban que esos traslados se realizaban en vuelos regulares. Consiguientemente, me pregunto: ¿Quién les pagaba el viaje?

En definitiva, España parece agarrotada y nuevamente “sin pulso” ante escenarios adversos, básicamente debido a la deficiente gestión de sus actuales gobernantes y una menguada conciencia colectiva de país; con una parte de la ciudadanía más centrada en preservar sus cotidianas rutinas individuales que en colaborar a superar la crisis socio-sanitaria generada por la pandemia. ¡Algo para meditar!

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