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David Alonso

El carbón en San Lorenzo

La necesidad de cumplimientos en el corto plazo para atajar los problemas a los que se enfrenta la playa, uno de los elementos centrales de la ciudad para la mayoría de gijoneses y todos nuestros visitantes

Carbón en la playa de San Lorenzo, cerca de San Pedro. | Juan Plaza

El estudio presentado por el Instituto de Ciencia y Tecnología del Carbono (Incar) centro perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en relación a la composición y procedencia del carbón que cíclicamente llega a nuestra playa de San Lorenzo, destierra definitivamente la leyenda urbana del “Castillo de Salas” y ubica el foco del origen, el foco del problema, en las instalaciones industriales del oeste de nuestra ciudad, y con “alta probabilidad” en el puerto de El Musel.

Estas setenta y ocho palabras anteriores deberían servir a modo de resumen para que todo lo que venga a continuación por parte de las administraciones implicadas en su corrección y solución sea ponerse manos a la obra. No es un tema menor, ni anecdótico.

La playa de San Lorenzo es un elemento central en nuestra ciudad actual, lo es para la inmensa mayoría de los gijoneses y lo es para todos nuestros visitantes y turistas. En la actualidad, el arenal se enfrentaba a dos problemas medioambientales reconocidos, el aporte de las aguas del Piles y su carga contaminante, asumida ya por todos los actores implicados y que se da especialmente en periodos de lluvias recurrentes o intensas y el problema que siempre sobrevolaba el arenal de no contar con una depuradora de aguas residuales en funcionamiento y que ocasiona el vertido de las aguas residuales de media ciudad sin depurar.

El carbón, el tercer elemento dispuesto a ensuciar la imagen de nuestra playa, formaba parte de la discusión y charla animada entre cualquier gijonés, políticos incluidos, ante lo que suponía un hecho poco más o menos que de cierta dinámica “natural”. Nada más lejos de la realidad, fuera ya de dudas de que el mayor porcentaje de carbón es de un aporte, digamos que procedente de los procesos diarios, que no quiere decir que el carbón que hoy vemos sea el vertido ayer, si no que se corresponde con un problema con soluciones posibles y no con el de un reto inabordable.

Y debe ser la institución municipal, si bien la que competencialmente tiene menos responsabilidad, la primera en tirar de la cuerda de las medidas. Debe sentar en una mesa, de igual a igual, al Principado de Asturias y a Puertos del Estado y más allá de sacar una foto anunciando medidas a cuatro años vista, de lo que por desgracia en Gijón tenemos variados ejemplos de escasa o nula ejecución, debe ofrecer cumplimientos en el corto plazo. Desde estudiar nuevamente los procesos de descarga de carbón de las bodegas, el correcto funcionamiento de la pequeña EDAR existente en el Puerto, la recogida de pluviales, si tiene la capacidad de recoger el volumen suficiente en unos de esos abundantes días de lluvia de nuestro clima, las escorrentías en general y por supuesto especial vigilancia a los acopios del mineral al aire libre y que el viento, en ocasiones maneja a su albur.

Es más que posible que de este breve repaso no se obtengan consecuencias en el problema de un valor significativo o reseñable, salvo en lo que tenga que ver con los acopios de material, pero más cierto es aún que una ciudad que quiere mirar al mar sin abandonar su carácter industrial no puede hacerlo a costa de que su medio ambiente lo continúe pagando, puesto que llegará un día en el que la factura a cobrar no encontrará ya fondos a los que recurrir.

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