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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Dos años ya

El segundo aniversario de la muerte de Álvarez Areces y Prendes Quirós, dos gijoneses ejemplares

Se han cumplido uno de estos días atrás dos años desde la desaparición de dos admirados y apreciados gijoneses: Tini Álvarez Areces y Paco Prendes Quirós. Se nos fueron el mismo día de enero. Muchos son los que se han acordado de la fecha y sentidas han sido las palabras que sus numerosos amigos les han dedicado. Causa especial emoción la carta abierta que Carmen Veiga, si viuda, le ha dedicado a Paco Prendes y especialmente me ha complacido los recuerdos que tanto Víctor Guillot como Jaime Poncela le dedicaron en su momento a Tini Areces en las redes.

Probablemente coincidiendo con este aniversario, se habla de la posibilidad, con altas probabilidades de hacerse realidad, de nombrar al actual paseo de Poniente con el nombre de quien fuera doce años alcalde de Gijón y otros doce presidente del Principado de Asturias.

Tini fue, el solito, con la complicidad de miles de gijoneses, un poderoso agente transformador de su ciudad y así esos logros han sido enumerados ampliamente estos días. Logros que sus detractores, porque hasta los grandes hombres tienen poderosos adversarios, sumidos en la envidia y la miseria intelectual se empeñan en minusvalorar o denigrar: de esta forma ha ocurrido siempre y no iba a ser menos en el caso que nos ocupa.

Uno, se siente orgulloso de haber admirado y contemplado por mor de la actividad profesional esas consecuciones en tiempo real, cuando estaban sucediendo. Precisamente el contemplar un poco más de cerca los entresijos de los esfuerzos y las actividades desplegadas para lo que fue conocido como el milagro gijonés de los noventa, añade más admiración hacia una figura que no admite comparación.

Paco Prendes, aún teniendo una innegable vocación política y de servicio público, abandonó pronto la actividad formal, pero sin dejar de lado su participación. Desde estos mismos papeles nos contaba cada poco de manera hermosa y con un estilo muy particular, no exento de retranca y siempre con rigor intelectual, las cosas que se estaban produciendo en la villa y la provincia, lo que no dejaba de ser un deleite intelectual. Fue la luz de un republicanismo sosegado nunca extinguido y proclamó sus siempre valores con exquisita elegancia.

En estos tiempos en los que abunda en nuestra política local y provincial la roña y una cierta miseria en el servicio público, echamos mucho de menos la existencia entre nosotros de personas como los dos próceres que se nos marcharon hace dos años. Han pasado cosas, sí, y hemos logrado sobreponernos a tanta miseria, aunque en alarmante disminución. Se nos han venido encima hasta más de un paracaidista que se ha creído conocer y dominar el alma colectiva de la localidad y los gijoneses les han correspondido con un general desprecio.

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