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Maribel Lugilde

Hipermnesia

Riesgos y oportunidades de recapitular tras un año de covid

Ireneo Funes lo recordaba todo. Un accidente inmovilizó su cuerpo pero hizo de su memoria un prodigio. Recordaba tanto y tan bien que para rememorar un día necesitaba otro, tal era el bucle vicioso, abarrotado, en el que se movía. Con el personaje de Jorge Luis Borges –el memorioso Funes en extenuado registro de momentos– me he consolado siempre de mi escasa memoria. Conforme voy cumpliendo años y pasado, temo que un lapsus, el desuso de un recuerdo, me haga perderlo para siempre.

Pero sale al rescate Borges razonando que “pensar es olvidar diferencias, generalizar, abstraer”. De lo vivido, concluyo entonces, conviene extraer un álbum de instantes y la esencia de lo aprendido. Una gota de sabiduría. Por ejemplo, para resumir este año de covid sin tener que repetirlo.

La gijonesa Elsa Lomas, la paciente de covid que más tiempo ha estado hospitalizada –315 días, la mitad en UCI– agradecía al salir su facilidad para olvidar lo malo y resumía sus ilusiones en una: reencontrarse con su hija y ponerse al día de tanto tiempo sin la libertad de llenarlo de lo que hubiera querido. Ese tránsito de doce meses que todas y todos hemos hecho, cada quien en sus circunstancias, y del cual, sin recordarlo todo, deberíamos “generalizar y abstraer” unas conclusiones. En lo colectivo y en lo doméstico.

Cierto es que conviene despejar la mente de ruidos. Antonio José Bolívar Proaño, el viejo que leía novelas de amor, surgido de la imaginación de Luis Sepúlveda, andaba en busca de razones para vivir después de viudo así que “le habló a la selva” y recibió “la única respuesta de un aguacero”. Menos mal que los indígenas Shuar le ayudaron a leer entre líneas. Y comprendió.

El escritor chileno, primer paciente covid asturiano, no sobrevivió para contarlo y eso que muchos fabulábamos lo que saldría después de su pluma. Si algo hubo, se quedó en el tintero de su soledad hospitalaria. Lo imaginado y no escrito también, a su manera, es. Su viuda, Carmen Yáñez, tendrá sus preguntas y aguaceros.

Victoria Abril, premio Feroz de Honor, haciendo acopio de libertad de expresión como si fuera toda suya, recapituló hace unos días su entender de estos doce meses de pandemia. Lo negó todo. Y vino a llamarnos ignorantes alienados, aceptadores de una estafa planetaria. Es su resumen. No es la única. Y eso también forma parte de lo vivido.

Llegan días de recapitular. Quizás nos acabe saturando la hipermnesia de los medios que, como la de Funes, prácticamente nos fuercen a revivir todo. Imposible e inútil. Lo posible y útil es entender el mensaje que trae este formidable aguacero.

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