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Isabel Menéndez Benavente

Tormenta de ideas

Isabel Menéndez Benavente

Sí, soy mujer

Feminismo distinto al que algunas proclaman, a veces de forma agresiva

No necesito salir a la calle. No creo que prohibir la manifestación del 8M sea criminalizar el feminismo, sobre todo cuando la frase la dice una ministra que se retrata por la irresponsabilidad que conlleva arengar para que se produzca otra masificación que puede llevar a los mismos contagios que ya se dieron el año pasado por la misma situación. Es una irresponsabilidad más a las que esta señora ya nos tiene acostumbrados.

Y es que el feminismo se lleva en la sangre, en el ADN. Y no es el mismo que algunas proclaman haciéndose dueñas de un movimiento que nada tiene que ver con lo que ellas gritan, a veces de una forma totalmente agresiva. No es el mismo porque el mío no trata de una lucha con el hombre, ni de querer parecerme en nada a ellos. Afortunadamente soy mujer. Y me siento muy muy orgullosa de serlo. Exactamente igual que me siento feminista porque mi madre lo era cuando me animó a hacer una carrera y buscarme la vida, a irme jovencita a la capital a perseguir mi sueño de ser psicóloga, hace 48 años. Cuando para muchas familias lo “normal” era casarse y ser madre.

Ser feminista es ni más ni menos que ser consciente de que en igualdad de situación y de trabajo, soy igual que mi compañero varón. Pero, eso sí, solo en esos supuestos. No quiero parecerme a ellos en nada. No quiero renunciar a mis maravillosas diferencias. A esta inteligencia emocional que me distingue claramente de muchos de ellos, a esta ternura especial, diferente y maravillosa que he sentido al tener dentro a cada uno de mis tres hijos, quiero tener esta intuición “diferente” que me hace adivinar, hasta con mascarilla, lo que los ojos de aquellos a quien amo me están diciendo, aunque sea consciente de que entender los mapas y pelearme con los muebles de Ikea no sea en absoluto lo mío y le ceda el mando aquí al padre de mis hijos. Son diferencias que celebro, que amo, porque una de ellas, la maternidad, es además de mi profesión, lo más importante de mi vida. Celebro, cómo no, que los nuevos hombres se acerquen a nosotras, se impregnen de la “feminidad” que tiene el abrazar al bebé y fundirse con él, como veo en mi propio hijo. Lo celebro y lo aplaudo. Esto forma parte también del feminismo que yo practico. Que ellos se acerquen a nosotras, que puedan ser tiernos y cercanos, que practiquen la expresión emocional y que nosotras nos acerquemos a ellos de manera que no haya barreras para llegar allí donde queramos, sea el trabajo que sea, sea el puesto que sea. Pero, sobre todo, y, ante todo, en el día de la mujer, quiero celebrar lo más grande que tiene mi condición, mi género.

Gracias a ser mujer he sentido a mis tres hijos dentro de mí, los he parido en los tres mejores instantes de mi vida, les he dado de mamar en momentos que solo eran nuestros, solo míos y de ellos… Y ningún hombre en el mundo sentirá jamás lo que yo he sentido. Soy, gracias a Dios, mujer, y sí, también soy feminista.

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