Las Letronas, rotundo acierto de las postrimerías del mandato de Paz Fernández Felgueroso, cumplen una década como el primer y de momento único elemento ornamental de Gijón producto de la era digital. Porque sin selfies ni redes sociales, estas cinco grafías de acero macizo pegadas al suelo carecerían de sentido. Ámsterdam puso de moda en la primera década del siglo este tipo de obras de autobombo, con una popular instalación junto al Rijksmuseum (retirada hace dos años y medio por inspirar “individualismo”) y, desde entonces, casi cualquier ciudad que se quiera a sí misma ha replicado la idea. Lo mejor, pese al discurso oficial, no es que la creación de los Jardines de la Reina sea un icono turístico, sino que forma parte ya del paisaje local, tras una rápida aceptación por parte del paisanaje.
