Transcurridos tres meses de la campaña de vacunación del covid19, su desarrollo ofrece más “sombras que luces”, destacando por una agobiante avalancha informativa que, en ciertos medios de comunicación, roza el “adoctrinamiento”. Me explico:
En primer lugar, nadie puede discutir que la vacunación es una parcela fundamental de la estrategia frente al covid19. Sin embargo, esta campaña presenta varias lagunas por su apresurada instauración mundial, impuesta por la pandemia; pudiéndose distinguir varias:
a) Deficiente conocimiento de los efectos secundarios de la vacua a medio-largo plazo, según técnica utilizada (virus atenuado o “RNA mensajero”) y modo de administración (una o dos dosis); especialmente cuando su mayor impacto parece surgir en los portadores de carga viral asintomáticos o convalecientes de la enfermedad que retengan anticuerpos. Para evitarlo, procedería un “cribado selectivo” clínico, complementado en casos concretos con una “PCR”, un test de antígenos o de anticuerpos previo a la vacunación.
b) Desconocer el plazo de inmunización o eficacia de la vacuna ante nuevas cepas del covid19 (especialmente la sudafricana y brasileña) porque, en estas condiciones, vacunarse implicaría un indiscutible “acto de fe” .
c) Problema logístico de distribución de vacunas por déficit de producción, dado que entorpece el adecuado ritmo y eficacia de la vacunación.
En segundo lugar, la mayoría de informadores ofrecen un contenido monográfico sobre la vacunación, destacando su faceta más amable con encuestas ciudadanas favorables que evitan recelos o rechazos. Indudablemente, cualquier información parcialmente tendenciosa implica una desinformación.
En tercer lugar, merece mención especial la controvertida suspensión temporal de la vacuna de Astra-Zeneca (Oxford) por los casos de “trombosis” (coágulos de sangre) detectados recientemente, puesto que la noticia ha impactado en la opinión pública por la evidente sensación de improvisación de las autoridades sanitarias. De hecho, si el ensayo clínico inicial de la vacuna (publicado por M.D Knoll en “The Lancet”) no detectó casos valorables de “trombosis” en sus 11.636 participantes, actualmente en Alemania se han detectado 31 casos, con nueve fallecidos. Incluso más, coincidiendo con otro estudio de 32.000 voluntarios que ratifica un 76%, de eficacia (incluso en mayores de 65 años y en “casos de riesgo”), el Ministerio de Sanidad ha reanudado su indicación ampliándola hasta los 65 años, al igual que en trabajadores esenciales mayores de esa edad. Sin duda, semejantes disposiciones tan controvertidas por sus continuos e improvisados cambios generan confusión y desconfianza ciudadana.
En definitiva, la actual campaña de vacunación conlleva un “acto de fe” en personas ávidas de estrategias racionales que recuperen la “antigua normalidad”. En tal sentido, el “cribado selectivo genético” (segunda parte de este artículo) sería otra opción a considerar.
